Con los versos como pasaporte, el escritor Dennis Ávila se ha convertido en un embajador de la cultura hondureña por el mundo.
Nacido en 1981 en Tegucigalpa, e hincha del Olimpia, Dennis abre los libros con el mágico asombro con el que un niño saca un juguete del fondo de un envoltorio. Debe ser, porque él mismo es como un niño.
El amor le hizo una buena pasada y lo llevó a Costa Rica, donde se casó con la poetisa Paola Valverde, una chava súper buena onda que, al igual que Dennis, tiene el corazón cargado de ternura.
Ambos, además de ser dueños del Lobo Estepario, un bar cahimbón en el centro de San José, donde nadie, por obra y gracia del amor, es cliente, sino hermano, compadre, hijo, madre, poeta, padre, cabrón (en el buen sentido de la palabra), realizan un titánica obra cultural, porque son de los que saben, por experiencia propia, que no solo de pan vive el hombre.
Mis queridos Dennis y Paola, o Paola y Dennis, el orden no altera el producto cuando uno más uno es uno, acaban de recibir un reconocimiento de parte del ministerio de Educación Pública de Costa Rica por la labor que realizan a favor de la cultura de ese país a través de los Colegios de Alta Oportunidad.
Los actos se realizaron en el Teatro Nacional de San José.
Hoy, convertido en mitad catracho, mitad tico, Dennis cosecha un nuevo éxito en su carrera literaria.
Recibí la noticia con una alegría inmensa y la quiero compartir a pesar de que sé que acá en Honduras muy poco interesan la educación y la cultura… ¡Y todo por culpa de las vacas intelectuales!
Felicidades, Dennis. ¡Tus aullidos me llenan de esperanza!
PD: Por cierto, en la foto Dennis es el de saco, pero sin corbata.
