La reconocí, porque me la he encontrado varias veces en el camino en afiches en los que aparece sonriente, como todos los que quieren ganarse un puesto en la presidencia, en el Congreso Nacional o en una alcaldía.
Ella no me vio. Yo a ella sí. Eran casi las nueve de la noche en el restaurante Dennys del bule Juan Pablo II de Tegucigalpa.
La misma mesera que me había ofrecido una bolsa de café se acercó a la mese en la que estaba Norma Edinora Brooks, quien aspira a una diputación por el Partido Liberal en el departamento de Francisco Morazán.
Observé con atención a Brooks (doctora de profesión y esposa del famoso cirujano plástico Emec Cherefant), para ver qué trato le daba a la humilde muchacha que se acercó sonriéndole.
Y me llevé una sorpresa. Brooks levantó la cabeza y también le sonrió. Pero no era una sonrisa hipócrita, sino que genuina.
La mesera comenzó a explicarle sobre el café, y la candidata a diputada la escuchó con atención, sin dejar de sonreír. Se le notaba genuinamente interesada en escuchar.
Luego extendió su mano derecha y le pidió a la mesera que le permitiera ver la bolsa de café. Leyó, hizo un par de preguntas, siguió con su sonrisa, olió la bolsa, y volvió a preguntarle algo a la muchacha.
Creo que la muchacha se sorprendió.
Estoy seguro que pocos clientes han tratado a la mesera con el mismo respeto y empatía de la doctora Brooks. La mesera habló la mayor parte del tiempo. La doctora escuchó.
En ningún momento le dijo que era candidata a diputada, ni le pidió el voto, ni le hizo promesas de campaña.
Ojalá que todos los que aspiran a un puesto fuesen como la doctora Brooks de Cherefant, porque ella sí es en la vida real como sale en los afiches. Su sonrisa no es de photoshop.
He visto en la misma situación a varios políticos y casi todos han sido indiferentes, fríos, distantes.
¿Compró la candidata a diputada la bolsa de café? Eso no viene al caso. La historia no se trata de eso.
