¡Basta ya de amarillismo y de morbo! ¡No más vídeos de asesinatos!

Si perder a un ser querido es doloroso, más aún lo es que pierda la vida a manos de cinco tipos que se bajan de camioneta y le disparan sin compasión.

Vivimos tiempos difíciles, y a los que creemos que Dios es el único que puede quitar la vida solo nos queda encomendarnos a Él.

No podemos evitar las masacres, pero al menos podemos respetar a las víctimas.

En ese sentido, los medios de comunicación somos los primeros llamados a actuar con ética.

Sin embargo, y en un estúpido y desesperado afán por generar páginas vistas, los medios hondureños, casi sin excepción, se dan un festín morboso publicando los vídeos de esos asesinatos.

Y más estúpido es que se laven las manos poniendo “Advertencia: estas imágenes pueden herir su susceptibilidad”.

Claro, depende el status y el apellido de la víctima. Si es de la alta sociedad o tiene un apellido de caché, pero si es un hondureño humilde y trabajador, los editores y jefes de redacción publican vídeos e imágenes sangrientas.

¡Hasta en eso son torcidos los pobres!

El caso más reciente es el de Martín Rivera Peña, de 38 años, comerciante de carnes en los mercados y padre de cuatro niños.

Aunque el asesinato ocurrió el 17 de enero, fue hasta ayer que los medios lo dieron a conocer.

¿Es necesario que su esposa, padres, hermanos y amigos pasen por el doloroso momento de ver cómo acribillaron a Martín Rivera Peña?

¿Nadie piensa en sus hijos y el impacto emocional que eso puede provocarles?

No se trata de ocultar la realidad que vive Honduras. Se trata de no hacer negocio a expensas de la tragedia de los demás.

La excusa esa de “Lo publicamos para que la gente ayude a identificar a los responsables” es eso: una excusa. Y muy barata, por cierto.

Porque casi todos los asesinatos son realizados por hombres con pasamontañas, así que de nada sirve publicar los llamados vídeos de la muerte.

Para lo único que sirven es para generarles dinero a unos cuantos desconsiderados.

Todos podemos unirnos y boicotear a los medios, su morbosidad y su irrespeto.