Narradores y comentaristas del Mundial nos martirizan, ofenden y fastidian

Por CÉSAR INDIANO (tomado de su Facebook)

Hace algunos meses pensé que el gran espectáculo mundialista de la FIFA vendría a ser un alivio temporal para la pobreza, la amargura y el dolor de un país oprimido por una dictadura maligna – pero olvidé un pequeño detalle – que los partidos del mundial son narrados y comentados por una manada de verdugos televisivos que se han propuesto torturar a los pobres auditorios con sus comentarios impertinentes, inadecuados y horribles. En conclusión, no hay escapatoria para nosotros.

En este tema aparentemente frívolo se desnudan con claridad las tres desgracias históricas de un país que vive prisionero de la mediocridad. En primer lugar desde hace 50 años se estableció un monopolio para la transmisión del evento más popular del planeta y únicamente una empresa llamada Televicentro “puede y debe según ley” usufructuar la señal de la FIFA para que llegue a cada choza construida dentro de las fronteras hondureñas.

Este arreglo, que descansa sobre un colchón legal obsoleto, convierte a todas las demás televisoras en espectadoras y nos transforma a nosotros los consumidores en borregos de una tiranía televisiva que no tiene competencia.

Qué quiero decir, que ricos y pobres, que extranjeros y nativos, que jornaleros y doctores, estamos obligados a oír los horribles e inapropiados comentarios de unos “narradores deportivos” que carecen de destrezas intelectuales y emocionales para cautivar a los auditorios.

Segunda cosa, el monopolio en sí mismo no es malo, lo malo es que el monopolio produce rentas millonarias pero esas rentas no se reflejan en el profesionalismo de los comentaristas. Prácticamente la irresponsable empresa hondureña que compró los derechos de transmisión no ha se ha preocupado un ápice por ofrecer un servicio de calidad en la parte que le toca y nunca ha mostrado ni el más mínimo respeto por la dignidad de los auditorios.

Técnicamente los amantes del futbol – que somos millones – estamos siendo torturados por unos comentaristas lenguaraces que hacen su trabajo como si ganaran el salario mínimo, como si se hubieran educado en una cantina, como si nunca se hubieran comprado un frasco de Cerenervón, como si fueran huérfanos, como si jamás hubieran recibido un cursillo básico de: dicción y lenguaje, respeto por el auditorio, cultura general, semántica televisiva y pertinencia sobre contenidos visuales.

Con una o dos excepciones que tienen mi respeto, todos los charlatanes contratados por Televicentro para comentar y narrar los espectaculares partidos de la FIFA, ofenden, martirizan y fastidian.

Esta compañía jamás entendió que su “comentarista estrella” es un torturador auditivo que ya cumplió su ciclo…Que su vanidosa verborrea es inapropiada, impertinente e insufrible. Pagaría lo que fuera para no seguir oyendo las pésimas cátedras de historia ni las toneladas de información basura que este hombre es capaz de apuntar mientras disfruto de un momento agradable… Comparo esto a que alguien le agregue ajenjo a mi batido de frutas.

Tercera cosa, todo en la vida tiene filtros y controles de calidad y cuando se trata de productos televisivos esos filtros deberían ser más minuciosos y más responsables.

El monopolio y “el control policial” de la señal el cual es rígido aun para hogares de clase alta y aun para centros comerciales que trabajan con públicos VIP, no les da derecho a decir lo que quieran en un micrófono ni a emitir juicios personales, inmorales o antojadizos sobre un tema de alcance popular como es el futbol.

Resulta conmovedor que ni el dinero ni la tecnología ni el nivel académico te libere de la mediocridad por mandato. Los que seguimos el futbol por pasión o por deleite sabemos – ¿Quién no sabe eso? – que el balompié es un entretenimiento inofensivo que antiguamente era para hombres y que hoy involucra a las mujeres y a los niños por igual. Gracias a la tecnología todos los estratos de la sociedad – inclusive nosotros, los pobres hondureños que no podemos pagar un boleto para ingresar a un estadio de primer mundo – accedimos a los grandes espectáculos del futbol moderno y de paso entramos en contacto con geniales comentaristas de la talla de Luis Omar Tapia, Eduardo Biscayart, Fernando Palomo, Gustavo Mendoza, Andrés Aguya, Cristian Martinolli etc.

Con estos caballeros del comentario – respetuosos, graciosos e instruidos – aprendimos que una narración bien hecha consiste en ser parte del drama deportivo, en participar del suspenso lúdico, en hallar los giros cómicos del encuentro, en apuntar detalles imperceptibles y en vivir en primera persona la fogosa intensidad del futbol sin añadiduras idiotas que nada tienen que ver con las sensaciones legítimas del juego.

“Aprender” debería ser algo fácil en las circunstancias tecnológicas del mundo moderno pero cuando se trata de celebridades hondureñas… ¡Aprender es algo imposible!…

Si yo fuera una persona más solvente le regalaría mi libro “Las 7 mentiras del futbol hondureño” a un millón de muchachos hondureños para que se liberen de las mentiras y las farsas en las que yo crecí – pero ya ves – con los modestos ingresos de mi labor pago el cable, cubro mi Netflix, mantengo mi familia y compro los libros que necesito para no vivir esclavizado a esta trulla de manipuladores acorazados.

Ah la mediocridad… Cómo se nutre de los pueblos mental y financieramente indefensos.