Destacan en Costa Rica la historia de amor del poeta hondureño Dennis Ávila

09/02/17 Concepción de Tres Ríos, Cartago. Retratos de de Dennis Ávila y Paola Valverde propietarios del Lobo Estepario para especial del día de San Valentín. Foto: Luis Navarro

La Nación de Costa Rica publicó ayer la historia de un hondureño que en aquel país es toda una celebridad del mundo literario.

Eso, muy a pesar de él, porque no es de los que les guste llamar la atención. Se trata del poeta Dennis Ávila, casado con Paola Valverde, quien también es una sobresaliente creadora de versos. Aquí la historia.

Por Natalia Díaz Zeledón/diario La Nación de Costa Rica

Si no se hubieran encontrado, la poetisa Paola Valverde y su esposo, el hondureño Dennis Ávila, todavía estarían buscándose.

Eso dicen, diez años después de haberse casado en el parque Morazán, en San José.

“Dennis estaba en Honduras buscando poesía centroamericana en Internet y se encontró el artículo de Viva sobre mi proyecto de talleres en las cárceles. El artículo traía mi número de teléfono”, recuerda Valverde.

El primero en declararse fue él, días después de llamarla. Con 21 años, Ávila era el romántico; a sus 19 años, Valverde era la que no creía en el matrimonio.

En pleno apogeo de la comunicación cibernética, intercambiaron poemas por correo y por chat. Pasaron tres años –y, en ellos, viajes, noviazgos fallidos y soledades– antes de que Valverde accediera a conocer a Ávila.

“Me escribió un poema precioso. Con eso empezó todo. Yo se lo enseñaba a mis amigas. Para todo el mundo era un personaje maravilloso, pero era mi amigo: el poeta hondureño que me escribía cosas”, recuerda Valverde.

“No podía ser cualquier persona. Teníamos que compenetrarnos a niveles mágicos. Teníamos que comprender la poesía. Sabíamos que no íbamos a ser felices de otra forma”, asegura Paola Valverde.
 “Con personalidades tan únicas y locas… ¿Quién me iba a entender a mí? Yo decía, ¿llegaré a ser feliz con alguien? Pero yo lo imaginaba, soñaba con mi príncipe”, reconoce Valverde.

Se casaron en marzo del 2007, tres meses después de conocerse en persona.

“Era como un festival y una boda”, recuerda Valverde, comparándola con el proyecto en el que trabajan juntos, el Festival Internacional de Poesía.

Nadie creía que el matrimonio fuera a durar más de dos meses, cuentan. Tampoco lo creyeron cuando juntos fundaron el bar Rayuela y, luego, lo transformaron en El Lobo Estepario.

“No va a durar. No va a durar el matrimonio no va a durar el bar”, cuenta Valverde que decían sus conocidos.

“ Eso aplica en todo. Cuando compramos la casa también”, se ríe Ávila.

Según dicen, el bar es el negocio que beca a su arte.

Desde hace unos años se han retraído juntos a su casa en Tres Ríos de Cartago para crear su futuro: sus carreras literarias.

Valverde ganó una mención de honor del Premio Nacional de Poesía en el 2015 con su poemario Bartender , escrito para inmortalizar los años de locura en los que ellos mismos servían tragos y comida (sin saber cocinar).

Dennis publicó el año pasado La infancia es una película de culto (Ediciones Perro Azul) y ahora espera un nuevo poemario con la editorial española Amargord.

Todos los días conversan, leen y escriben. Juntos.

“Somos un rompecabezas eterno”, asegura Ávila. “Hay días en los que no sabemos cómo encaja la pieza, pero la dejamos ahí y, mañana, volvemos a ponerla en su sitio”.