Memorias nos sigue sorprendiendo con los montajes de sus obras. En este pequeño rincón cerca del Arbolito, en el Centro de la vieja Tegucigalpa, Tito, Inma, José Luis, Óscar, Marey, Gabriel, Jean, Mariela y Gyanendra (así, sin apellidos, porque a los amigos, a los que uno quiere, a los que son ya parte de nuestras vidas, se les trata sólo por el nombre), hacen TEATRO, así, en mayúsculas, de una calidad extraordinaria.
Las funciones de La Ronda -PROHIBIDA PARA MENORES DE 18 AÑOS- continúan hoy a las 7 pm, viernes 7 pm y sábado a las 4 pm y 7 pm.
Compartimos una reseña que Pedro Grave de Peralta, uno de los infaltables del Teatro Memorias, publicó en su Facebook. Mejor dicho, imposible.
Por PEDRO GRAVE DE PERALTA
LA RONDA, una exquisita sorpresa
Anoche pude descubrir a través de los personajes de la obra cumbre de Arthur Schnitzler, dirigida por un magnífico Tito Ochoa e interpretados por un elenco de destacados actores, que todavía nos queda un largo camino que conocer y disfrutar en la cartelera del Teatro Memorias.
Mi fascinación por el teatro me permitió saborear esta genial y extraordinaria versión adaptada de La Ronda, que no es ni más ni menos que la exposición de una serie de parejas que se desdoblan justo antes o después de un encuentro sexual, donde afloran sus desenfrenados instintos carnales, sobreponiéndolos a cualquier diferencia de género o condición social.
Tomada de la obra original, la sensacional actriz Inma López y el soberbio actor José Luis Recinos, que a su vez figuran como co-directores de la misma, nos están obsequiando una adaptación libre de extraordinarias dimensiones teatrales, haciéndola lucir mucho más fresca y digerible, en tiempos donde aún todo nos asusta o “incomoda”, como cuando fue presentada por primera vez en Viena a principios del siglo XX, por lo que su vigencia es incuestionable.
Esta obra brillante desbordada de erotismo, infidelidad, seducción, sexo y poder, marcara, sin duda, un punto de partida para todo lo ahora estemos dispuestos a ver y disfrutar en el Teatro Memorias, nuestra casa de teatro.
Mientras eso sucede, que la ronda del amor siga girando.
