Maravilloso Camp Nou; el Bernabéu… ¡Una mier…!

Messi falla frente al marco desguarnecido de la Juventus. Unos segundos después manda mal un pase. Y el Camp Nou se enciende: “Meeeeessssiiii, Meeeesssiii”, gritan los aficionados catalanes.

Un día antes, Cristiano Ronaldo le anota tres goles al poderoso Bayern Munich, y la respuesta del Bernabéu es tibia. El delantero portugués disfruta su noche mágica a medias.

“Yo sólo pido que no me silben aquí, es lo único que pido… Lo único que pido es que no me silben, porque yo doy siempre lo mejor y cuando no hago goles, intento trabajar y ayudar al Real Madrid”, dijo CR7.

¡Qué diferencia entre las dos aficiones!

Mientras el Camp Nou le brinda todo el cariño del mundo a su ídolo en los momentos más difíciles, el otro estadio, frío, desagradecido y prepotente, le silbó a su mejor jugador por un par de jugadas en las que definió mal.

No es nada nuevo.

El Bernabéu también le silbó a Ronaldo el Fenómeno; a Raúl; a Roberto Carlos; a Iker; a Zidane, entre otros…

Bajo la excusa de “somos una afición exigente”, la madridista jura estar en las buenas y en las malas, pero en la primera oportunidad te entrega con un beso y te traiciona. Eso es algo que nunca cambiará, pues está en su ADN.

El Camp Nou, por su parte, no sólo apoyó a Messi, sino que al final del juego con la Juventus, en medio de la amargura que le provocaba quedar eliminados de la Champions League, cobró vida       -enorme gigante de concreto-, y comenzó, a corazón y gradería abierta, a todo pulmón, a cantar el himno del club.

Grandeza en medio de la derrota.

Porque el fútbol va más allá de ganar, meter goles, levantar copas… Y eso es algo que el madridismo, en su arrogancia, no ha entendido, ni entenderá jamás.

Son lecciones que los hondureños debemos aprender.

Maravilloso el Camp Nou. Cuánta pasión y agradecimiento de la afición culé por aquellos que tantas alegrías le han dado. Y yo, en mi propia alegría juventina, no pude dejar de tener simpatía por aquellos que tomaron el camino difícil de ponerse de pie para aplaudir y cantar, en lugar de silbar e insultar, que es el camino fácil por el que transita el madridismo.

 

Foto: Mundo Deportivo de España