Por Ramón López P.
Aunque la diputada Marlene Alvarenga tiene todo el derecho del mundo a aspirar al cargo de elección popular que ella guste, está muy engañada si cree que es más popular y que tiene más liderazgo que Salvador Nasralla.
En una elección justa, transparente, legal, sin ingerencia de votantes de otros partidos, Nasralla arrasaría con la señora Alvarenga.
El Partido AntiCorrupción es lo que es gracias a Nasralla, quien le ha dado su propia personalidad. Sin Nasralla, el PAC perderá fuerza, brillo y empuje, y eventualmente va a desaparecer.
Marlene Alvarenga no tiene con qué, lo digo con el mayor de los respetos, para mantener al PAC en el sitial en que está; tampoco tiene el carisma para despertar la simpatía de aquellos miles de hondureños que están cansados de la situación del país, y que creen que todavía lo podemos rescatar de las garras de la corrupción y el subdesarrollo.
Al final, la señora se puede quedar con las riendas del PAC, pero de allí no pasará.
Si realmente quisiera al PAC, hubiera dejado que Nasralla se postulará por segunda ocasión consecutiva. Sin embargo, eso no pudo ser y le está haciendo un daño muy grande al PAC, y desilusionando a aquellos que pensaban que este partido era distinto a los demás, sin oportunistas.
Quédese con el PAC si eso la hace feliz. Pero cuando despierte de su sueño -que también esté en su derecho de soñar-, se dará cuenta que se habrá quedado con unos pocos seguidores.
Y si no le digo que reflexione es porque sé que no lo hará.
PD. Y a propósito, y en aras de la seriedad: ¿Nos podría explicar a qué se refiere con ese plan B en su contra? ¿Acaso insinúa que la quieren mandar a asesinar? ¡Pues yo no lo creo!
