¡Mis respetos para usted, doña Xiomara!

Por Ramón López P.

 

En aquellos días, cuando muchos le dieron la espalda a la democracia y huyeron acobardados o empujados por sus propios intereses, usted salió a la calle y se le paró de frente a la dictadura.

Mientras Elvin Santos, Luis Zelaya, Gabriela, y otros dirigente que hoy pretenden hacernos creer que están dispuestos a dar la vida por su pueblo, usted, la que acusaban de ama de casa, de tonta, de novata, puso el pecho y encabezó las marchas en las mintieron diciendo que disparaban balas de goma, cuando en realidad era pólvora de verdad, de esa que mata.

Como ya su valentía no era tema de discusión, recurrieron al insulto de decirle bruta.

Y ya quisiera yo ser igual de “bruto” para pararme frente a miles de personas y lanzar un discurso coherente, seguro, contundente, con sustancia, así como lo hace a usted, que no se ahueva y agarra el micrófono sin temblor en la mano.

Como ya no era cobarde ni bruta, entonces decían que era ambiciosa, y que estaba dispuesta hasta dar el alma al diablo con tal de ser la primera mujer en la historia de Honduras en ser presidenta.

Buscaron por todos lados y no encontraron. A lo mejor pensaron en regar la bulla que usted era traicionera, pero de eso no tiene ni una pizca. ¿Acaso no le mostró suficiente lealtad a su esposo cuando otros huían como cucarachas?

Y ahora que cedió su candidatura a Salvador Nasralla, ¿qué dirán? ¿De qué la acusarán? ¿Cuál será el rumor que inventarán los chismosos?

Les cuesta reconocer, por ese machismo nuestro, que usted es una estadista y que su amor por Honduras y los más humildes va más allá de la mezquindad de un grupúsculo que tiene secuestrado al país.

Déjelos que se rían.

Déjelos que sigan murmurando estupideces.

Déjelos que le digan marioneta de Mel.

Cómo les duele que usted se haya metido en la historia a punto de bravura, con un corazón que no conoce el miedo.

¿Quién dijo miedo? Pues aquellos que dijimos…