¿Nos conmueven las protestas de los familiares de presos en EL POZO?

Familiares de presos de alta peligrosidad recluidos en EL POZO de Santa Bárbara han intentado en dos ocasiones realizar protestas para exigir que a sus hijos, esposos, amantes, novios, amigos y hermanos se les respeten los derechos humanos.

Se quejan (sin razón), porque solo se les permite tomar una hora de sol, y porque comen platos humildes y no pueden realizar llamadas telefónicas para ordenar secuestros, asesinatos y extorsiones.

Y lloran (también sin razón), porque no pueden recibir visitas y porque se sienten mal de estar encerrados en celdas de dos por dos metros.

A diferencia de otras protestas (como la de los peajes, por ejemplo), la de los familiares de los detenidos en EL POZO no cuentan con la simpatía popular y son rechazadas por razones obvias.

A nadie conmueven esas protestas, porque son para pedir flexibilidad para aquellos que han llenado de luto a cientos de hogares hondureños.

El Estado no debe ceder en esta decisión. Los familiares de estos delincuentes se hubieran preocupado antes por ellos, por corregirlos, por denunciarlos ante las autoridades, pero lo que hicieron fue ser cómplices y de ocultarles sus fechorías.

Ahora pagan por los delitos que cometieron.