¿Por qué Gustavo Moreno fue tan cobarde y se suicidó?

El primer síntoma fue el cansancio. Me quedaba sin aire a mitad de las gradas -nunca usaba el ascensor-, o dormido con la cabeza apoyada sobre el escritorio.

Después llegó una tristeza profunda que aparecía sin motivo alguno.

Más tarde me comenzó un dolor en la espalda que no lo calmaba los medicamentos. Otras mañanas debía realizar un esfuerzo enorme para levantarme de la cama. No era normal. Algo andaba mal.

Fui a la clínica naturista Leti (atrás de la Cruz Roja en la primera avenida de Comyagüela). Leticia Zavala es una naturópata que hace su diagnóstico a través del iris del ojo. Algunas gente no cree en la medicina natural; yo sí.

Definición: “La iridología es el análisis científico de los patrones y estructuras del iris del ojo que localiza las áreas y etapas de inflamación en todo el cuerpo”.

“Usted tiene una profunda depresión que le ha provocado marcas en la espalda, como machetazos”, me dijo, apenas retiró la lupa con la que había examinado ambos ojos. Esa tarde salí con una bolsa llena de plantas e inicié mi tratamiento.

Por las dudas, decidí chequearme con el doctor Américo Reyes, uno de los mejores psiquiatras del país. Su evaluación no dejó lugar a ninguna duda: “Tenés depresión”, sentenció.

Contrario a lo que mucha gente piensa, la depresión sí existe y no es cosa que se deba tomar como un juego. Tampoco es algo que les da a los “cobardes”, a los débiles de carácter o aquellos que no creen en Dios y tienen un vacía espiritual, como tontamente afirman algunos.

En mi caso, fue clave que busqué ayuda y no me guardé nada y hablé sin pena del tema. ¿Qué la provocó si todo estaba bien en mi vida y era feliz?

Según lo que me explicó el doctor Reyes, en mi caso era una predisposición genética, algo heredatario.

(Así como otras personas heredan tendencias a tener jaquecas, reumatismo, alcoholismo, etcétera).

Otras personas la sufren después de sufrir algún evento emocionalmente fuerte en su vida, como la muerte de un ser querido, el trabajo, un amor, deudas…

Decir que Gustavo Moreno, el vocalista de la banda Antivirus se suicidó por cobardía, es, en mi opinión, una falta de respeto. Hay que estar en los zapatos de alguien -y caminar con ellos-, para luego hacer una afirmación como esa.

No creo que Gustavo, a quien vi un par de veces sobre el escenario de Cienaños -apasionado, crazy, poderoso, entregado, talentoso-, se haya suicidado por cobarde o porque le faltara carácter.

Sólo Dios y él saben qué pasó por su cabeza y por su corazón y qué fuerza incontrolable lo empujó a tomar esa fatal decisión.

En todas las cosas que he leído en redes sociales, hay una pregunta que alguien hizo: “¿Por qué Gustavo Moreno fue tan cobarde y se suicidó?”.

No quiero hacer de éste un artículo apologético al suicidio, y aunque no puedo aplaudir lo que Gustavo hizo, tampoco lo puedo señalar y acusar desde la comodidad de mi computadora.

No puedo juzgarlo, pero sí puedo confesar que me duele su muerte pues tenía demasiado arte por regalarnos.

Gustavo fue valiente en vida. Y también lo fue al momento de su muerte.