¿Por qué los medios no respetan el dolor de los pobres?

Como aves de rapiña, las cámaras hacen las “mejores” tomas del velorio y del entierro de la niña Milagro Gabriela, de apenas tres años, quien murió ahogada en una quebrada de Tegucigalpa.

Desde el momento en que corrió la noticia de que una mototaxi había embestida a una madre con su hija, y que la pequeña había desaparecido en la quebrada, los medios de comunicación, en lo que ya es una costumbre irrespetuosa y amarillista, entrevistaron a la mamá para preguntarle de manera novelesca cómo se dieron los hechos.

Doña Amanda apenas podía hablar, ahogada por el llanto y el dolor, pero aún así le pusieron micrófonos en la boca para hacerle las típicas preguntas estúpidas de siempre:

¿Le duele perder a su hija de esa manera?

¿Se imaginó alguna vez que le iba a pasar esto?

Y mejor no sigo, porque más estúpido me veo repitiendo esas estupideces.

Pero aquí no terminó el acoso de los zopilotes de la información. Cuando los cuerpos de socorro encontraron el cadáver de Milagro Gabriela, otra vez llegaron a entrevistarla. Y lo mismo en el velorio, y después en el entierro.

Por si el dolor de perder a su hija no fuera suficiente, doña Amanda tuvo que soportar que tragedia se convirtiera en un show nacional.

Toda Honduras la vio gritar de dolor, toda Honduras la vio llorar, toda Honduras la vio desvanecerse.

¡Cuánto irrespeto, por Dios, por el dolor ajeno! ¡Cuánto desprecio por las tragedias de los pobres!

Disfruten las “páginas vistas” y los clicks conseguidos sobre el dolor de doña Amanda, mediocres e insensibles, que al final de cuentas para eso le pagan.

Para ser aves de rapiña.