¿Por qué mi Vieja Señora quedó eliminada?

A los 61 minutos, contra todos los pronósticos, pusimos de rodillas al todopoderoso Real Madrid con el gol de Matuidi.
¡3-0!
¿Se podía pedirle más a mi equipo en ese miércoles mágico en el que brincábamos y gritábamos con mi hijo? Sí… Un gol más.
Pero allí, curiosamente, con la gloria al alcance de las manos -o de los pies-, se esfumaron nuestros sueños.
En lugar de buscar el gol, le quitamos el pie al acelerador. Fue un error, pues no sólo faltaba media hora, sino que se trataba del Real Madrid, en su mítico estadio, con CR7… ¡Vaya combo letal!

Como Pedro, pudimos dar unos pasos sobre el agua, pero perdimos la fe y nos comenzamos a hundir.
¿Culpable? Allegri.
Porque a esa altura, todo perdía sentido con un gol de los locales.
El pecado: aguantar a Higuaín, un buen jugador que anda una bolsa de sal yodada La Tortuga en sus pies.
Y esa noche volvió a aguantarlo y mandó a Mandzukic al sacrificio, a pelear por las bandas, a subir y bajar por la izquierda, cuando lo suyo es el centro del área, donde es letal.
“Hacé cambios, meté a Cuadrado, sacá a Higuaín, reforzá la media”, eran mis gritos, mientras estiraba mi bufanda.
Allegri tuvo opciones de buscar el cuarto y de refrescar al equipo con un par de cambios.
¿Por qué esperar a tiempos extras que no sabíamos si llegarían?
Cuadrado por Higuaín para terminar de “matar” a Marcelo por la banda. El brasileño no vio una en el mano a mano, y el colombiano, con su habilidad y lleno de energías, lo hubiera hecho trizas.

Con ese cambio, Mandzukic quedaba de centro delantero, Douglas Costa -el mejor en la cancha-, pasaba a la izquierda y le echaba una mano a un inoperante Alex Sandro que nunca llevó peligro.
El otro cambio era sacar a Pjanic (que no dio balones, ni los quitó), y mandar a Marchisio, o a Sturaro, a meter pierna en la media.
Sí, era el Madrid, pero lo teníamos cerca del jaque mate. Era de atreverse un poco más, porque la gloria en Champions sólo es para aquellos que van más allá del cansancio, de los temores, de las dudas…
¡Y qué mejor ejemplo de eso que el Real Madrid!
Los cambios, obviamente, no garantizaban el cuarto gol. Pero era más fácil conseguirlo así, y no poniéndonos tibios.
La Juve entró a la cancha convencida en que podía conseguir uno, dos, tres goles. Y cuando los hizo, perdió a fe en anotar el cuarto, ese que nos metía en semifinales.
Orgulloso de mi equipo, por supuesto. Esos tres goles los grité como nunca. Fui feliz… hasta que llegó ese pase con el que CR7, de cabeza, y con la mala marca de Alex Sandro, habilitó a Lucas Vásquez. Benatia, torpemente, se dejó ganar la posición y tontamente cometió un penal que sí es penal, porque no puede hacer las del Karate Kid en esa zona de la cancha.
El séptimo scudetto está cerca (el juego de la otra semana contra el Nápoles en nuestra casa sera clave). También podemos ganar la Copa.
Pero falta la Champions y debemos armarnos para ganarla el otro año que nuestro capitán la levante. ¡No te vayás, Buffon!
Renovación a la vista: Grazie por todo a Barzagli, Higuaín, Asamoah, Rugani…
Queremos más fichajes como el de Douglas Costa, el torbellino brasileño que jugó en el Santiago Bernabéu con el descaro y alegría de un garoto en la favela.
Gracias por la rica cena, mi Vieja Señora. Lástima que al final no hubo postre…