¿Por qué no celebramos que San Pedro Sula y Tegus ya no son las más violentas del mundo?

Durante años, otros decidieron que San Pedro Sula y Tegucigalpa eran las ciudades más violentas del mundo. Y nosotros, los hondureños, como papos, lo creímos.

Y no sólo eso, sino que macabra  estúpidamente, lo repetimos con “orgullo”.

Institutos de investigación, universidades, organismos de derechos humanos y otros genios de las estadísticas, de forma maliciosa nos etiquetaron de esa manera favoreciendo a ciudades mucho más peligrosas y violentas en México, Irak, Afghanistán, Siria y el propio Estados Unidos.

Oh, yes, baby, en los Yunai hay muchas ciudades donde le tracatea, pero claro, el dinero habla…

“Entre las ciudades que NO están en guerra, San Pedro Sula y Tegucigalpa son las más peligrosas”, seguían con la jodedera. Se les “olvidaba” a los sesudos investigadores, que Honduras, ubicado en el corazón de América, era -y sigue siendo-, un paso estratégico para el paso de la droga, y que el Estado estaba en guerra contra los narcotraficantes satélites de los grandes cárteles mexicanos y colombianos.

A eso agregale a la Mara Salvatrucha 13 y a la pandilla del Barrio 18.

“Honduras tiene dos de las ciudades más violentas del mundo”, seguían con la jodedera, y acá, los loritos inflaban el pecho, mientras lo repetían.

“Hurra, San Pedro Sula y Tegucigalpa son las ciudades más violentas del mundo, hurra, soy Paquito el loro”, repetían los loros criollos.

Y eso provocó una psicosis colectiva.

Hoy, sin embargo, cuando esos mismos organismos que nos salpicaron con su mierda nos dicen que San Pedro Sula y Tegucigalpa ya ni siquiera figuran entre las 25 ciudades más peligrosas del mundo, hay un silencio sospechoso, comenzando por los dirigentes de la oposición, esos que de todo se quejan y todo nos lo quieren hacer ver sombrío con sus discursos apocalípticos.

¿Por qué tanta mezquindad?

¿Con qué tienen amarradas las manos que no pueden aplaudir este logro (que no es el de un solo hombre, ni de un solo gobierno), sino que de todos los hondureños?

¿Por qué no le damos a misma magnitud a ese informe divulgado por el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Social Penal, la ONG mexicana que nos ha traído, como dice Cantinflas, “amolados”, con el temita este?

Es momento de alegrarnos, aunque sea por un momento, sin perder de vista que aún falta mucho por lograr, pero que vamos por buen camino.

Honduras todavía no es un paraíso de paz, pero tampoco es la misma de hace cinco años, cuando los narcos, extorsionadores y mareros y pandilleros nos tenían sometidos.

Algo bien debe estar haciendo El Indómito (Juan Orlando Hernández), para que los números de muertes violentas ya no sean de 90 por cada 100 mil habitantes, sino de 41.

La construcción masiva de parques, la labor conjunta de quienes integran la Fuerza de Seguridad Interinstitucional (Fusina), la Policía Militar, la Fuerza Nacional Antiextorsión, los alcances de la depuración de la policía, la enorme labor que realiza el Gabinete de la Prevención en barrios y colonias de todo el país, el control que ahora el Estado tiene en las cárceles, la creación del Pozo I y El Pozo II, la firme decisión -y valiente- para “hacer lo que tenga que hacer para que Honduras recobre la paz y la tranquilidad”, del presidente Juan Orlado Hernández y el apoyo del pueblo a esa y otras medidas, son algunas de las causas para esto que la BBC llama “la sorpresa hondureña”.

“La mejora no es casual, sino que el resultado de encomiable esfuerzo del gobierno de Honduras por erradica en forma sistemática a células de grupos criminales, reducir la impunidad, actuar contra los delitos que cometen las pandillas, así como poner orden en las prisiones”, destaca el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Social Penal.

Sí, algo bueno, definitivamente, ha de estar haciendo el hombre para que San Peter ahora esté en el lugar 26 y Tegucigalpa en el 35, lejos del top 3 en el que algunas vez nos colocaron.

No, no somos el país más violento del mundo, pero sí uno de los más mezquinos…