¿Se les debe permitir a LOS TOROS hacer llamadas por teléfono?

Cada vez que uno de los 37 pandilleros realizaba una llamada telefónica desde la Penitenciaría Marco Aurelio Soto de Támara, alguien era asesinado, secuestrado o extorsionado.

Ellos ordenaron masacres y las más crueles de las torturas. Decenas de hondureños aparecieron encostalados por su culpa.

Lo mismo ocurría cuando eran visitados por sus familiares, novias, amantes, amigos y compinches, pues enviaban mensajes a los “hommies” que estaban en libertad para que ejecutaran sus planes siniestros.

Por eso era necesario que se tomaran medidas extremas como la de enviarlos a EL POZO de Santa Bárbara, donde están en celdas de dos por dos metros, con una hora de sol al día, con tres sencillos platos de comida (¿O es que esperaban que les iban a dar camarones al ajillo, vino y postre con los impuestos que pagamos los honrados?), incomunicados, sin la visita de mujeres y sin la posibilidad de seguir consumiendo drogas.

¿EL POZO es el infierno en este mundo? Sí, claro que lo es. Y por eso fueron enviado allí.

Las condiciones severas ha llevado a estos 37 criminales a exigir, entre otras cosas, que se les permita realizar una llamada telefónica a la semana.

¿Tuvieron sus víctimas oportunidad de llamar a sus seres queridos mientras eran acribillados a balazos?

Y se han ido a una huelga de hambre -según lo dijo Hugo Maldonado, de los Derechos Humanos-, porque ya no aguantan más.

Ojalá que el Estado no dé su brazo a torcer a pesar de las lloretas de algunos grupos de derechos humanos que históricamente solo se preocupan por los victimarios y no por las víctimas de estos.

El que mal anda, mal acaba. La mala noticia para ellos es que esto es apenas el inicio…