Como judíos errantes andan los niños de las Fuerzas Básicas Olimpistas, pues no tienen una cancha para entrenar.
Ya de perdida, la opción que les queda es volver al potrero del Instituto de Formación Profesional (Infop), donde antes de eludir a un rival, tienen que quitarse de encima las turuncas que hay en esa mal llamada “cancha”.
Pero eso a los dirigentes del “más grande” les vale un pepino. Tacaños e indiferentes, apenas “aportan” una miseria para el pago de parte del salario de sus entrenadores.
Las FBO existe porque los padres las mantienen con sus aportaciones, pero la dirigencia del Olimpia se cree la dueña, aunque no tenga ningún mérito, y se llena la boca con cada título que gana la U8, U10 y U12.
Sus dirigentes se llenan la boca con bla, bla, bla, y más bla, bla, bla, pero jamás se les ve por los entrenamientos o en los partidos.
Acaso llegarán a recibir el trofeo, porque para eso sí son buenos: para figurar y llenarse la boca con grandezas que sólo existen en sus cabezas.
Es una vergüenza que las ligas menores del Olimpia no tengan cancha para entrenar ni para jugar. Un equipo grande de verdad ya hubiera construido un complejo deportivo, pero a sus directivos les da igual que sus niños tengan que jugar el torneo oficial en La Vega, una cancha que no reúne las condiciones de seguridad.
Esa es la realidad del fútbol menor de Honduras, abandonado, tratado con las patas, lleno de personajes de egos inflados, que no hacen NADA por el balompié infantil.
Vale que sus jugadores son talentosos, y al final eso termina imponiéndose a las pobres condiciones en que se forman.
¿De qué sirve que Olimpia venda en millones de euros a sus jugadores si no invierte un miserable centavos en sus categorías inferiores?
Esa es la pregunta del millón.
