Se equivocan los ticos si creen que jugar de titular contra el Betis es una prueba de fuego.
Keylor Navas también se equivoca.
Pruebas de fuego son el Barcelona, de octavos a la final en Champions, el Mundial…
Hombre de perfil bajo, sencillo y humilde –por eso creo que Keylor es hondureño, porque si realmente fuese tico ya se imaginan lo agrandado que sería-, vivió su cuento de hadas cuando el Real Madrid lo contrató.
Tengo que aceptar que no fue por su cara bonita, sino por su brillante actuación en el Mundial de Brasil 2014.
Sin embargo, sus cualidades no le sirvieron para banquear a un decaído Iker Casillas.
Keylor, al mil por ciento, no pudo superar a un Iker en un 69 por ciento. (El número es pura coincidencia).
El marco del Madrid le queda grande a Keylor. Eso tuvo a Benítez y a Florentino obsesionados con el fichaje de David De Gea, quien sí posee, a mi parecer, todo para hacer olvidar a Casillas.
NO, NO, NO
Pero Keylor se encaprichó y dio su guante a torcer e insistió en quedarse. Como niño malcriado, hizo berrinches, sacó la lengua, se tiró al piso.
Claro, tenía derecho a luchar.
Al final, cuando ya tenía listas las maletas para marcharse ¡bam!, se armó un cagadal con el siguiente resultado: Keylor se queda en el Madrid, donde no lo quería, y De Gea sigue en el Man U, club del que se quería ir para jugar en el Madrid.
Seguro es que Benítez no estará tranquilo con Keylor en un partido de Champions League.
Porque entre tantas cosas en su contra, pesa, como una estatua de mármol, el hecho de que Keylor tenga pasaporte costarricense.
Hay que aceptarlo, “queridos” ticos (ya estoy de Judas): ustedes caminan como europeos, hablan raro como europeos, comen como europeos, se peinan como europeos, pero, lástima grande, NO son europeos.
Pero sigamos con la historia.
Keylor considera que lo que hizo el sábado ante el Betis es suficiente para quedarse, y que la jugada en la que se le tiró como gato a un delantero que amenazaba con anotar gol ya es una carta de presentación.
¿Cómo se llama ese delantero del Betis?
No recuerdo su nombre.