Solo los de billete escaparon

Fue de película, como en la cinta de Leonardo di Carpio. Y como en el filme, solo los de billete pudieron escapar.

Así lo deja ver una carta de un sobreviviente que será subastada en los próximos días.

De puño y letra, detalla la lucha desesperada por sobrevivir entre el 14 y el 15 de abril de 1912, y revela que fue una auténtica batalla de clases, en la que sólo ganaron los ricos.

Uno de los pasajeros de primera clase que sobrevivió al accidente fue acusado de sobornar a la tripulación de a bordo para que se preocupasen por salvarles a él y a su esposa.

Al llegar a puerto, fue detenido Scotland Yard, y en el interrogatorio confesó que había prometido dinero a la tripulación, aunque negó que hubiese sido un soborno.

El terrateniente Cosmo Duff-Gordon, su esposa Lucy y su secretaria Mabel Francatelli estuvieron entre los 12 pasajeros adinerados que fueron rescatados en el bote salvavidas número uno.

En la embarcación de emergencia podían haber entrado 40 personas pero abandonaron de la zona a toda prisa sin ocupar ni siquiera la mitad de las plazas, dejando allí a miles de pasajeros –se calcula que murieron alrededor de mil 500 personas– a la deriva y sin forma de poder sobrevivir al accidente.
EL COBARDE

Tras su regreso a tierra fue apodado por la población como ‘el cobarde del Titanic’ por ignorar la política de “las mujeres y los niños primero” y ofrecer dinero para salvarse.

La justicia, sin embargo, lo liberó de todos los cargos reconociendo que el pago realizado fue en realidad “una donación de caridad”.

Tan popular se hizo su soborno para escapar del incidente que el propio James Cameron no dudó en incluir a este personaje entre el reparto de su taquillera película Titanic (1997).

Más de 100 años después, lo que ocurrió de verdad sale a la luz, y son muchos los interesados en hacerse con la carta.

De hecho, la misiva escrita por el terrateniente escocés saldrá a subasta el próximo 30 de septiembre y se espera que recaude más de 4.000 libras –algo más de 5.470 euros. (unos 150 mil lempiras).

“Esperamos que con el paso del tiempo se haya recuperado de la terrible experiencia”, escribía la secretaria de Duff-Gordon, encargada de redactar la nota y hacérsela llegar a otro superviviente del accidente, Abraham Lincoln Salomon, que huyó en otro de los botes salvavidas.

Sellada con fecha del 12 de octubre de 1912, poco más de seis meses después de la catástrofe, entre sus líneas pueden leerse los sentimientos de la familia.

“Aún estamos mal de los nervios, ya que sufrimos muchos problemas y ansiedad que se añadieron a la ya de por sí horrible experiencia por la muy injusta investigación”, escribió.

“La madre de lady Gordon está con nosotros y desearía que hubieses sido una de las personas con las que compartimos nuestro bote”, puede leerse en el escrito.