Bueno, catrachitos… ¿No que muy machos? Pues abrir la mente… y las piernas.
Calmate, calmate. Respirá profundo… y leé este artículo. Si no has desayunado, te recomiendo que al menos te echés una taza de café.
El fabricante de juguetes sexuales seco Lelo hizo una encuesta recientemente y encontró lo siguiente:
- El 80 por ciento de las mujeres realizarían un masaje de próstata a su pareja si se lo pidiesen.
- El 71% de los hombres heterosexuales confesaron que han intentado o intentarían masajearse la próstata.
Sin embargo, el tema sigue siendo un gran tabú. Los hondureños, cada vez que tocamos el tema, nos imaginamos que algo así nos haría lagrimear o nos pasaría el gusto para otro lado.
Con solo que te pongás a pensar que la próstata está en la raíz del pene, enfrente del recto, justo debajo de la vejiga, te da la sensación que “Me van a dejar viendo estrellitas y duendes”, como la canción de Juan Luis Guerra.
Pero numerosos expertos en sexología insisten en que el masaje de próstata, por su sencillez y eficacia, debería ser uno de los juegos sexuales por excelencia.
CHIQUITA…PERO PICOSA
La próstata es una glándula del tamaño de una nuez que se hincha cuando se excita, y para que esto ocurra hay que estimularla.
“Si bien es posible hacerlo externamente, a través del perineo, es más directo mediante la penetración, pero esto supone un problema para muchos heterosexuales a los que les cuesta renunciar a su papel de penetrador y entrar en el de receptor”, explica Carrie Weisman en Alternet.
Aunque a muchos hombres les gusta disfrutar de masajes y juegos sexuales con su próstata, la mayoría tienen miedo de comentarlo con sus amigos porque nadie más habla de ello.
Una mentalidad más abierta y honesta sobre sus relaciones y gustos sexuales sería la solución, pero muchos piensan que resultará raro decirlo en público y ninguno quiere ser el primero en sacar el tema, por lo que tienden a fingir que no les gusta nada la idea.
Mmmmm… Ta jodida la cosa, ¿verdad?
“Si Brad Pitt dijese que Angelina a veces lo hace terminar así, quizás más tipos comenzarían a hablar de ello”, opina el humorista Billy Procida en el mencionado artículo de Alternet.
Pero la realidad es que la mayoría callan, y el silencio generalizado ha derivado en que no se tenga en cuenta este punto erógeno masculino como tal.
OUCH Y DOBLE OUCH
La mayoría de los hombres herosexuales nos ponemos plin plin cuando escuchan la palabra próstata y nos imaginamos a un urólogo con dedos gruesos.
Lo que no sabemos es que un masaje de próstata, además de sexualmente excitante, resulta de lo más saludable para sus miembros viriles.
Profesionales sanitarios recomiendan el masaje de próstata como una práctica preventiva para la salud de sus pacientes.
Según estos expertos, eso puede ayudar a aliviar la disfunción eréctil, a reducir el dolor de la inflamación de la próstata, a limpiar las toxinas del sistema reproductivo e incluso a proteger el esperma de calidad (esto es, el óptimo para fecundar).
Incluso algunos hablan de que a través de la estimulación de la próstata se producen erecciones más firmes y duraderas.
(Mmmm… esto me suena a paja barata. ¿Algún voluntario?
“Un masaje en la próstata ayuda a prevenir la (hiperplasia prostática benigna o agrandamiento de la próstata, que puede conducir a la dificultad para orinar y causar infecciones de la vejiga”, explica la sexóloga Matty Silver, quien recalca la importancia de mantenerla funcionando correctamente como método para reducir el riesgo de cáncer de próstata.
PUNTO G
Más allá de los beneficios para la salud de esta práctica, este masaje del que no se habla tiene un papel diferenciador en la vida sexual de los hombres, aunque muchos lo ignoren.
“La próstata ayuda a los hombres a experimentar encuentros sexuales más satisfactorios”, asegura Silver.
De hecho, pese a los miedos y tabúes que parecen rodear esta práctica, en algunos países asiáticos la terapia de masaje de la próstata es comúnmente practicada por los varones para mejorar su rendimiento en la cama.
Charlie Glickman, autor The Ultimate Guide to Prostate Pleasure: Erotic Exploration for Men and Their Partners insiste en que, durante el masaje de próstata, “algunos hombres sienten algo parecido al inicio de un orgasmo durante unos pocos segundos”.
Esto –agrega-, podría asemejarse con la sensación tan atribuida a las féminas de tener multiorgasmos, siendo unos más intensos que otros.
Otros estudios sugieren que los orgasmos de próstata son mucho más potentes que los de pene.
Dicha idea es reforzada por los participantes en la encuesta de Lelo que confirmaron que “la duración e intensidad de estos orgasmos puede ser hasta un 33 por ciento más elevada”.
De ahí que los clímax alcanzados a través de su estimulación sean comparables con los de las principales áreas erógenas femeninas como el famoso punto G.
ABAJO EL TABÚ
“En el último año, varios pacientes han mostrado curiosidad por los masajes de próstata, la nueva tendencia sexual masculina de moda, ya sean heterosexuales, bisexuales u homosexuales”, asegura Silver.
Sin embargo, para muchos hombres resulta incómodo traspasar la frontera y dejar que se les introduzca algo por el recto con el objetivo de estimularles sexualmente.
La falta de costumbre puede dificultar la penetración con cualquier objeto o la simple puntita de un dedo.
Si al desconocimiento se suma la tensión, las paredes del orificio se oprimirán y así el disfrute se puede acabar convirtiendo en sensaciones extrañas e incluso dolorosas.
Pero, como se suele decir, la fuerza hace el cariño, así que lo mejor es relajarse y empezar poco a poco.
“Me considero una persona sumisa y la idea de que una mujer dominante masajee mi próstata me resulta emocionante. Cuando lo hago solo me siento vulnerable y sexualmente utilizado, así que fantaseo con que me lo está haciendo una mujer o incluso varias”, relata Gray Fisher.
Fisher, autor de The Playful Babysitter And Other Tales of Male Submission, Fetishism and Erotic Humiliation, agrega: “Muchos hombres desean probarlo pero lo mantienen en secreto. Sólo se trata de encontrar a la mujer adecuada para ayudarles a experimentar”.
Aquí acaba el artículo. Ahora vos decidís si querés empezar a poner en práctica dicho masajito.
¿Yo? ¿Yo qué?
Soy demasiado penoso para hablar de eso. ¡Nos vemos!