Ayer, en horas de la madrugada, fue ejecutada con inyección letal, Kelly Gissendaner.
Se convierte en la primera mujer que es ejecutada en 70 años en el estado de Georgia.
El papa Francisco pidió clemencia por ella, pero ni eso pudo salvarla. Tampoco las apelaciones de sus abogados.
Ni su conversión a la fe cristiana y su buen comportamiento en la cárcel.
Tenía 47 años.
Kelly fue condenada en febrero de 1997 por la muerte de su esposo, Douglas Gissendaner, aunque durante el juicio quedó claro que el crimen lo realizó Gregory Owen, su amante.
Pero Owen -que apuñaló a Douglas-, aceptó un acuerdo con la fiscalía y testificó contra Gissendaner.
El asesino Fue sentenciado a cadena perpetua por su implicación en el crimen y a partir de 2022 puede optar a la libertad condicional.
Kelly prefirió no pactar y se sometió a juicio, en el que fue condenada a muerte.
El papa Francisco, a través de su representante diplomático en Estados Unidos, el arzobispo Carlo Maria Vigano, pidió clemencia.
Vigano envió el martes una carta a la comisión de perdones y libertad condicional de Georgia en la que escribió que, si bien no pretendía minimizar la gravedad del crimen, imploraba la conmutación de la pena de muerte “por una sentencia que refleje mejor los valores de justicia y piedad”.
La respuesta fue no.
Por su parte, la familia de la víctima señaló el lunes en un comunicado que Douglas fue la víctima y se había hecho justicia.
“Ella no tuvo piedad, no le dio derechos ni elección, ni la oportunidad de vivir su vida”, dijo la familia en ese comunicado.