El domingo, apenas unos minutos después de que un avión ruso con 224 personas se estrellara en la región del Sinaí (Egipto), el Estado Islámico se atribuyó el atentando.
“Los soldados del califato pudieron derribar un avión ruso que sobrevolaba el Estado del Sinaí con más de 220 de cruzados rusos a bordo”, dijeron estos terroristas a través de un comunicado.
“Que sepan los rusos y sus aliados que no hay seguridad para ellos en la tierra de los musulmanes ni en sus espacios aéreos”, aseguró el Estado Islámico en las redes sociales.
Y agregó: “Mueren decenas de personas en el territorio de Shams (Oriente Medio) por los bombardeos de sus aviones y, al igual que matan, serán matados”.
Los terroristas mostraron imágenes en video de un avión de pasajeros que explota en el aire y cae en picado, pero todavía no se ha podido determinar que se trate del Airbus ruso.
Aunque al inicio Rusia las autoridades rusas desmintieron la teoría de un atentado, hoy, en horas de la mañana (madrugada acá en Honduras), no descartaron que efectivamente se pudo tratar de un ataque terrorista.
“Han especulado que el avión fue alcanzado por un misil lanzado por terroristas. Esta información no puede considerarse verídica”, había señalado el ministro de Transporte, Maxim Sokolov.
“En estos momentos no tenemos ninguna información que confirme esas fantasías”.
Pero ahora le han dado vuelta a la tortilla…
Así, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, a la pregunta de si fue un atentado, acaba de responder: “Ahora no se puede descartar ninguna versión”.
Incluso la compañía propietaria del avión, Metrojet-Kogalim Avia, sostiene que lo único que pudo provocar el accidente fue una “acción mecánica exterior. Los pilotos perdieron el control total del aparato”.
