Aunque es una de las mejores surfistas del mundo, la brasileña Silvana Lima tiene problemas para conseguir biyuyo de los patrocinadores.
Así son las cosas en este mundo: es preferible tener un buen trasero y un par de senos grandes a un cerebro y talento.
¿O miento?
¿Así es en Honduras también, o no?
A la pobre Silvana -que tiene 31 años-, de nada le sirve haber ganado numerosos torneos dentro y fuera de su país.
“No soy modelo, soy una surfista profesional. Las marcas de surf quieren una mezcla entre surfista y modelo y si no parecés una modelo, terminás quedándote sin patrocinadores y eso es algo que me ha pasado”, dice.
¿Y cómo le hace?
Dice: “Cuando comenzaron a rechazarme patrocinios, se me ocurrió la idea de montar un centro para bulldogs franceses que me ha ayudado mucho a poder viajar. Gané en Nueva Zelanda gracias a ello”.
Silvana no solo es campeona sino que también posee dignidad y prefiere pasarla “a palitos” que ceder.
“Podría ponerme implantes de pecho -dice-, teñirme el pelo, ponerme lentillas para tener los ojos azules, pero sería muy raro, porque nadie me reconocería”.