Hasta luego, Jonathan, el mejor amigo de Radio House

Estoy escribiendo esta nota y todavía no lo puedo creer.

He llamado como a mil personas con la esperanza de que me digan que es una mentira, pero no, no hay nadie que me diga eso. Mi mejor cita falleció hoy.

Jonathan Hernández fue el campeón que se robó el corazón de todos con su gran ejemplo, sus ocurrencias, su ternura, optimismo, madurez, sus ganas de vivir y su gran sueño de convertirse en un gran chef.

Pero en especial se robó mi corazón. Cuando conocí a Jonathan, ese pequeño angelito me estremeció hasta el último hueso, su sonrisa y esos ojazos me enamoraron de inmediato.

No fue una nota más o un reportaje que sumaba a mi lista, él se convirtió en mi mejor cita, demostrándome que a pesar del cáncer siempre me regalaba una sonrisa, que a pesar de lo mal que se sentía, aferrado a la vida me decía “voy a estar bien, usare mis súper poderes”.

Se convirtió en mi campeón, en mi niño hermoso, en el gordo que me decía “cuando me cure y sea un gran chef te voy a invitar a comer mis tacos”.

Él no solo fue mi cita, él también se convirtió en gran amigo de RadioHouse.

Nunca dejó de sorprendernos, cuando hicimos la nota para pedir oraciones por su salud, a pesar de la situación en la que estaba, nos mandó un audio diciéndonos ¡¡¡GRACIAS!!!. Nuestras oraciones para el pequeño Jonathan

Mi niño hermoso: hoy a las 8:40 cerraste los ojos ante todos nosotros, pero los abriste ante Dios, y estoy segura que en el cielo hay tremenda fiesta por la llegada de un angelito como vos.

Me imagino que Dios debe estar gozando y encantado por tenerte, sin duda serás uno de sus ángeles preferidos.

Una vez puse en mi cuenta personal de Facebook que Dios le daba las batallas a sus ángeles más fuertes, y que estaba segura que ibas a ganar la batalla.

Pero hoy me di cuenta de algo: que sos un verdadero CAMPEÓN, ganaste algo más que la batalla, ganaste nuestros corazones.

Cumpliste la misión que Dios te había dado, demostraste a tu corta edad ser mi héroe, ser nuestro héroe, tener un corazón enorme que no tenía explicación como te cabía en el cuerpo.

Tú misión no era ganarle la batalla al maldito cáncer, la misión de Dios para vos era que por ocho años nos enseñaras un pedacito de cielo, porque sos un ángel muy especial, tanto así que Dios te necesitaba con él.

Acepto me dejaste hecha pedazos con el corazón destrozado, con lágrimas que en este momento están rodando, con un vacío en mi corazón, y con una cita plantada.

Este fin de semana te iba a visitar mi niño, así que esta cita quedará pendiente, pero no te digo adiós, sino hasta luego mi campeón, siempre será mi mejor cita, Jonathan.