Spiderman Catracho: “Me dio cagazón, pero lo hice por necesidad”

Hoy iba caminando por el bulevar Juan Pablo II, y el un clima era cálido, rico, la verdad, con bastante aire y un poco de sol.

En mi trayectoria no me encontré con ninguna alma.

Me imagino que como es fin de semana las personas aprovechan a descansar y más a esa hora. Pero a eso de las siete de la mañana, en un hotel de la capital, me encontré al Spiderman pintor y limpia vidrios.

Le acababa de sacar brillo a los ventanales de color azul. Cuando puso los pies sobre la tierra, sin tiempo que perder, me acerqué al Spiderman Catracho y le dije “¡Ajá, ¿así que usted es uno de los Spiderman que se juegan la vida en las alturas de los hoteles de la capital?”.

Se dio la vuelta y me dice “Ja, Ja, Ja, leí la nota en Radio House y vi que nos pusieron los Spiderman pero, ¿por qué, usted?”.

De inmediato mi respuesta fue “Señor, ustedes trepan unos 15 pisos para limpiarlos y pintarlos, definitivamente son unos Spiderman”. Y él, con una sonrisa de orgullo, me dice: “Son 17, mamaíta”.

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Sin duda no podía perder esta oportunidad de platicar con él, claro, mientras se preparaba para subir otra vez esos 17 pisos y volver a seguir en la faena de pintar y limpiar.

Ah, lo siento, no les he dicho el nombre del Spiderman; es que hasta este momento yo tampoco lo sabía. Él se llama Prudencio Sevilla, tiene 66 años, y ya lleva más de 30 años de experiencia en esto de las pinturas en lo alto, no sé cómo se llama exactamente esta técnica pero, ustedes me entienden. ¿Verdad?

Nuestra platica fue sencilla, le pregunté cosas que ustedes y yo queremos saber, así que aquí le va pues.

Don Prudencio: ¿cómo es que empezó con esto de “pintar en lo alto”?

Pues mire, la verdad fue por la necesidad, aunque yo desde que era un “cipotío” pintaba, pero en casas, había llegado a pintar hasta casa de dos pisos, hasta ahí.

Pero la gente ya no llamaba, porque eso ahora cualquiera lo hace, entonces como vi que tenía responsabilidades me salió la oportunidad de pintar en lo alto y pues me trepé de un solo 11 pisos. ¡Imagínese!

¿No le dio miedo?

Ay mamita, cagazón tenía, pero la necesidad pudo más, ja, ja, ja.

¿Cuánto empezó ganando?

Empecé con 10 lempiras diarios por subirme a 11 pisos.

¿Y ahora, cuánto gana?

Pues ahora subo un poquito más, así que me gano 300 lempiras diarios.

¿Se ha puesto a pensar que si le llega a pasar algo eso no le ajusta ni para comprar el yeso para un brazo o una pierna?

Ay, mamita, lo he pensado mil veces pero mientras no pase lo que hago es encomendarme a Dios y a la virgen.

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¿Usan algún tipo de seguridad por si llega a pasar algo, pero seguridad de verdad, don Prudencio?

Usamos lazos gruesos y argollas.

¿A los 66 años no padece de la presión, de la azúcar o algo que lo haga desvanecer?

No, gracias a Dios no, de la presión estoy cheque, lo que me está afectando un poquito es el azúcar.

¿Cuántas horas pasa allá arriba?

Desde las 8:30 am hasta las 5:30 pm.

¿A su edad tiene familia que mantener todavía?

Tengo cuatro hijos, dos varones y dos hembras, los varones están casados pero a las mujeres solo les pusieron los hijos, así que ellas viven conmigo y yo soy el sustento.

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“Bueno, mamita, ya se me hizo tarde, ya tengo que subir, mucho gusto, solo le voy a pedir un favor: póngame el número ahí en esa entrevista, tal vez me vuelven a llamar para pintar casas normales de dos pisos”.

Así se despidió don Prudencio de nosotros; así que cualquier interesado lo puede llamar al  2234- 90 40.

Y esta fue la historia del Spiderman Catracho…