“Siempre pensé en la muerte. Desde mis primeros recuerdos, siempre estuvo presente. Esto es un sufrimiento permanente, es como estar prisionero en tu propio cuerpo”.
Esto es lo que cuenta un hombre gay belga que está tratando de terminar con su vida porque no puede aceptar su homosexualidad.
Sébastien, cuyo nombre fue cambiado para proteger su identidad, es originario de Bélgica, donde la eutanasia es legal desde 2002. Ha pensado cuidadosamente sobre el momento en el que espera que su vida llegue a su fin.
“No estoy preocupado por el momento en que me pongan el goteo en el brazo”, explicó a la BBC. “Para mí, es solo una especie de anestesia”, agrega.
Tras 17 años de tratamiento terapéutico, Sébastien cree que no tiene otra opción que la eutanasia. Afirma que se siente atraído por hombres jóvenes, tras atravesar una infancia difícil. Su madre estaba enferma y había una estricta ética católica en su familia.
“Es un constante sentido de la vergüenza y sensación de cansancio, por estar atraído agente de la que no debería sentirme atraído, como si todo fuera lo contrario de lo que hubiera querido”, analiza.