Mil y una vez creo que he pasado por estas calles y siempre había volteado a ver a esta señora sentada en un banquillo, de sandalias y delantal, ella es Elsa Marina Álvarez, vendedora de dulces, revistas de segunda y de periódicos.
Doña Elsa no solo te endulza el día, ella también te regala las noticias diarias y te presenta revistas para que te ilustres y te culturices, pero esta señora luchadora no permanece sola en esta esquina del “Midence Soto”
Doña Elsa permanece con su hijo de 48 años de edad, la cual ha sido su acompañante durante toda la vida, ambos son originarios de Olancho, el es uno de sus cuatro hijos y Santos Jacobo es un hombre el cual ha tenido que lidiar con problemas mentales desde su nacimiento.
Foto: Doña Elsa siempre esta con una sonrisa y es acompañada por su hijo de 48 años
Amor puro y verdadero es el que se nota en esta pareja de hondureños trabajadores quienes despiertan pensando con que van a endulzar a los capitalinos que pasen por el frente de su pequeña chiclera.
Doña Elsa ¿Cómo le va en este puesto?
Pues días buenos y días malos, aquí nunca se sabe cómo nos va a ir hasta que se termine el día, con mi hijo es cosa seria trabajar cuando no quiere levantarse no hay que necearlo (Obligarlo), lo tuve en tratamiento desde los doce años por problemas mentales.
¿Su hijo le ayuda?
Si claro, él solo puede trabajar conmigo por órdenes del doctor, pero gracias a Dios ya no está en tratamiento aquí pasa conmigo.
Once horas son las que pasan en este lugar viendo pasar a miles de hondureños dirigiéndose a su lugar de trabajo o hasta su casa, licenciados, abogados, estudiantes, para Doña Elsa no existe la denigración su misión es endulzar y mantener informado a las personas que se acerquen a su famosa chiclera.
Fotos/ Sergio Montero
