A media cuadra de Casa Presidencial se encuentran tres señores que venden pinturas de paisajes. A esa hora, el sol aprieta duro y ello sudan mientras ofrecen los cuadros.
Cuando uno hace fila por el semáforo, ellos salen corriendo a la puerta de su carro a ofrecerle las pinturas, se lo enamoran a uno en un dos por tres con un “Mire, mi amor, lleve para su casa, son bonitos y baratos, los grandes a mil 200 lempiras y los pequeños a 600, se los podemos rebajar, amorcito”.
Se los presento: ellos son Miguel Andino y José Gutiérrez, el tercer hombre no se pudo acercar porque en ese momento estaba ofreciendo las pinturas como a una de donde estábamos.
Para empezar, ellos no son los que hacen los cuadros, sino que solo se dedican a venderlos en esa zona.
“Nosotros solo vendemos lo que Daniel (el pintor) nos da”, explicó Miguel Andino.
Los tres hombres tienen familia que mantener y este es el único ingreso, es por eso que no importa cómo estén las condiciones climáticas, siempre se tienen que movilizar para vender y poder ganar la comisión por cada cuadro.
“Nada cae del cielo, hay que buscar. Cuando uno ya tiene familia, el sol o el agua valen madre”, dice José Gutiérrez.
FOTO: Miguel Andino muestra algunos de los cuadros que vende.
Ellos trabajan por ventas, a cada uno se le asignan cierta cantidad de cuadros.
Si no venden ningún cuadro no hay comisión de ningún tipo, el porcentaje por cada cuadro es de 150 a 200 lempiras, que están más que ganados con solo el hecho de pasar horas y horas corriendo detrás de los carros.
“Uno se encuentra con todo tipo de personas, hay unas que son de bendición pero, hay otras que lo tratan de hijo de p… para arriba solo porque uno se les acerque”, dice José.
“El trabajo no denigra a nadie, la gente a veces es bien fregada y uno es trabajando lo que anda, no andamos robando, ni tampoco pidiendo”, dice Miguel Andino.
Ellos aseguran que la Virgen siempre los bendice porque NUNCA se han ido sin vender ni un cuadro.
“A veces solo hacemos los 100 lempiras, pero eso ya nos ajusta para el huevo, las tortillas y la sal”, cuenta Miguel.
Y se aleja, pues el semáforo está en rojo y hay una buena fila de carros. Los vendedores levantan las manos y enseñan los cuadros con la esperanza de vender alguno…
