NOTA: Esta historia ocurrió en San José, Costa Rica. La comparte Verónica Caballero, dueña de un negocio llamado Estación Central.
Conmovedora, pero al mismo tiempo llena de esperanza. Pequeño acto de solidaridad que se debe imitar en todas partes del mundo, incluyendo acá en Honduras…
El día de hoy esta hermosa señora llegó pidiendo a los locales donde tengo mi negocio; todos la veían con cara de pereza y sin ganas de darle ni siquiera un saludo.
Yo pensaba en cómo el día de ayer le celebramos a mi abuelita en casa sus 93 años. Mi abuela, a diferencia de esta señora, está llena de amor, de cuidados y súper chineada.
Me puso a pensar que la vida es a ratos tan injusta, y que alguien llegue a su vejez sin tener en quien apoyarse ni para un platito de comida o ayuda para cruzar por sus días.
Anoche me acosté con tantas cosas dando vueltas en mi cabeza, luego me pasa algo así y solamente reacciono: “POR DIOS, yo tengo salud y la bendición de despertar cada día para luchar por todo lo que anhelo, no tengo NADA por que quejarme”.
La fuimos a buscar entre su tristeza para preguntarle si quería comer, nos dijo que no había comido nada en todo el día.
Al menos la señora se fue con la pancita llena, no podía casi comer por sí sola; una de las chicas que trabaja conmigo se sentó a darle de comer ya que sentía pena que se le cayera la comida.
¡La señora no podía creer que alguien le diera comida y la ayudara! Le daba pena que se le cayera todo…y pues lloraba la señora en agradecimiento.
Entre la tristeza de mi alma no se me ocurrió pedirle que por favor regresara cuando necesitara algo… Espero regrese pronto a visitarnos y devolverme la claridad como lo hizo hoy. Estaré al pendiente.
¡¡¡Espero que la vida nunca me encuentre tan ocupada dentro de mi mundito como para no ver a mi alrededor!!!!!!!!!!!!!!!