Las llantas más lisas que unos melones. Allí va, a puras chachas el camión por el anillo periférico de Tegucigalpa, hasta la pata de turuncas.
Apenas dos cadenas “evitan” que las turuncas salgan disparadas, reboten contra el pavimento y terminen impactando contra el vidrio de otro carro.
A vista y paciencia de Tránsito, miles de camiones como este circulan por las ciudades del país. Son una amenaza, pues las piedras pueden golpear a un cristiano que vaya por allí, o quebrarle el vidrio, como sucede a cada rato, al carro que viene atrás.
¡Por eso después son las tragedias!