¿Sáquennos de aquí? y el asesinato de mi amigo Jonás

El tema del momento, borrando del mapa el divorcio Brad Pitt y Angelina Jolie, es el traslado de los meros toros, personajes que pensamos que solo existían en las películas o en la propia “Sin Nombre”, a la cárcel de máxima seguridad en Santa Bárbara.

“¡Sáquennos de aquí!”, gritan los cabecillas de la 18 y del crimen organizado encerrados en El Pozo.

Seguramente esta frase sale después de unas cuantas amenazas de “Cuando salgamos los vamos a matar a todos perros”…

Vengo de un barrio donde crecí rodeado de droga (No soy drogo), prostitución (No soy prostituta), alcoholismo (No soy bolo), “banderas”, BARRIO (No me hice de la pandilla).

Pero en este barrio, donde la mayoría es decente y se levanta para salir a trabajar desde muy temprano, despidió a Jonás Reynaldo, uno de los nuestros, a un “chavalo” (amigo de infancia) que creció, jugó y también peleo por el cuándo un oficial de Policía nos hacía finalizar las buenas potras, hoy él ya no está porque lo asesinaron.

Jonás acompañó a Bayron Coello en su primer día de trabajo y  lastimosamente se metieron en un sitio controlado por las pandillas.

Mis amigos me dicen que su frase antes de despedirse para irse a trabajar fue “Me voy perrito, me toca entrenar a un nuevo, nos vemos en la noche”.

Pero no regresó…

El sábado 17 de septiembre fue el último día en verlo, después de eso todo fue noticia, la noticia con el titular: “Encostalados encuentran a dos jóvenes cerca de una universidad”…

Su destino no fue el que todos deseamos correr. ¿Los que ahora gritan “Sáquennos de aquí” escucharon las suplicas de Jonás y de Bairon? ¿Contemplaron la posibilidad de dejarlos libres? ¿De no hacerles daño?

¿Por qué ahora debemos compadecernos de su “Sáquennos de aquí”?

Curiosa y trágicamente se me viene a la cabeza sus rostros pidiendo que por favor los dejen libres. Ellos, que ahora son los meros toros, también pasaron por la juventud y no fue obstruida por torturas y por un disparo certero en sus cabezas.

¿Sáquennos de aquí?

¿Para qué?

¿Con qué fin esas súplicas?