Escrito bajo el título de SIETE HÁBITOS DE LAS PERSONAS CRÓNICAMENTE INFELICES, la conferencista Tamara Star nos ayuda identificar a aquellas personas que son, como decimos en Honduras, amarguchis, y que parece que de desayuno se toman una cucharada de vinagre.
Tomado de www.huffingtonpost.es
1. Son chismosos y quejosos.
A las personas infelices les gusta vivir en el pasado. Lo que les pasa, los problemas, son sus temas preferidos de conversación. Cuando se les acaban las cosas que decir, se pasan a hablar y chismear sobre la vida de otras personas.
La gente feliz vive en el ahora y sueña con el futuro. Puedes sentir sus vibraciones positivas al entrar en una sala. Se emocionan cuando algo sale bien, agradecen lo que tienen y sueñan con lo que les pueda deparar la vida.
2. Piensan por defecto que la vida es dura.
La gente feliz sabe que la vida puede ser dura y suelen enfrentarse a los momentos difíciles con una actitud de curiosidad en vez de victimismo. Se hacen responsables de haberse metido en un lío y se concentran en salir de ahí lo antes posible.
Las personas infelices se ven como víctimas de la vida y se atascan en la actitud de “mirá lo que me ha pasado” en vez de buscar una salida al otro lado.
3. Creen que no se puede confiar en la mayoría de la gente.
La mayoría de las personas felices confían en sus compañeros. Creen en la bondad de la gente; no consideran que todo el mundo tiene intención de fregarlos.
Los infelices desconfían de la mayoría de personas que conocen y piensan que no se puede confiar en los desconocidos e impide cualquier oportunidad de hacer nuevos amigos.
4. Se concentran en lo que va mal, no en lo que va bien.
Las personas infelices pasan por alto lo bueno y se centran en lo que va mal. Los puedes ver de lejos, quejándose y respondiendo “sí, pero…” a cualquier aspecto positivo de nuestro mundo.
5. Se comparan con otros por envidia.
Una persona infeliz piensa que la buena suerte de los demás les está robando la suya. Creen que no hay suficientes cosas buenas y siempre comparan lo suyo con lo de los demás. Esto lleva a los celos y al resentimiento.
6. Ansían controlar su vida.
Existe una diferencia entre el control y las ansias de conseguir nuestros objetivos. Las personas infelices tienden a microgestionar sus esfuerzos por controlar todos los resultados y se derrumban cuando la vida les destroza su plan. La gente feliz también se concentra, pero tienen la capacidad de dejarse llevar y no desmoronarse cuando se llevan un chasco.
7. Piensan en el futuro con miedo y preocupación.
La gente infeliz tiene la cabeza llena de pensamientos negativos y no da una oportunidad a lo que podría salir bien.
Las personas felices tienen una dosis saludable de delirio y se permiten soñar despiertos con lo que les gustaría que la vida les sorprendiera. Las personas infelices tienen la mente repleta de miedos y preocupaciones constantes.
La gente feliz experimenta miedo y preocupación, pero existe una gran diferencia entre sentirlo y vivirlo. Cuando el miedo llega al pensamiento de una persona feliz, ésta busca qué puede hacer para evitar que ocurra lo que le preocupa (de nuevo, la idea de responsabilidad). Si no está en su mano, se dan cuenta de que el miedo se está apoderando, y lo aparcan.