Por eso es que Salvatore le cae bien a la pipol. Porque a pesar de su popularidad, no quiero aprovecharse y realiza cosas tan sencillas como filas en el banco o en el supermercado.
Mientras otros políticos tienen guardaespaldas (y también consiguen para la esposa, la amante, los hijos), y entran como divinas garzas a los establecimientos, el líder del PAC anda a la mano de Dios, sin miedo, con la frente en alto.
Ojalá que los demás políticos imitaran el ejemplo de Salvatore, aunque es más fácil que san Pedro baje el dedo. ¿Va?