El irrespeto en Honduras ha llegado al extremo que antes de pasar a ver los vídeos de asesinatos te pasan un anuncio de 30 segundos de un pollo de comidas rápidas.
¿Será que eso nos abre el apetito?
Canales y periódicos chorrean sangre para deleite de un público que les da like a esas “informaciones” y luego las comparten.
Los editores, en un estúpido afán de crear audiencia, publican sin ningún pudor vídeos de masacres o de ciudadanos que han sido heridos de muerte a los que se les hace la pregunta más imbécil de todos los tiempos: ¿Ajá… y le duele?”
Ayer, atraído por la noticia de un niño hondureño que podría jugar en el Barcelona de España, le di click a un vídeo. Cuando terminó, de inmediato empezó el de un hombre herido al que subían a una camilla.
Fue entonces que reparé en un camarógrafo que, sin escrúpulos ni respeto, acercó su cámara al rostro de la víctima. Pensé que solo estaba herido, pero luego vi el encabezado de la nota: “Sicarios acribillan a mecánico en Choluteca”.
Pero ni eso detuvo a este “Steven Spielberg” hondureño y acercó la lente de su equipo a pocos centímetros del mecánico… ¡A vista y paciencia de las autoridades!
Con toda seguridad regresó orgulloso a su trabajo, y recibió las felicitaciones de su editor. ¡Porque en Honduras premiamos a la muerte y a lo demás lo vemos con desprecio!
Es una lástima que el periodismo (ese que Gabriel García Márquez llamó el oficio más hermoso del mundo), haya caído en manos de editores que piensan cada día más con las patas y no con el corazón.
Sí… ¡Lástima!