Aunque a nivel social aún le queda mucho por hacer (electrificación y pavimentación en barrios pobres, así como proyectos de agua potable), Papi a la orden, en apenas tres años, ha hecho lo que Ricardo no pudo en ocho: cambiarle la cara a la capital.
A tal punto, que hasta los “jampedranos”, anteriormente un orgullo en obras de infraestructuras, quedan con la boca abierta (aunque lo nieguen), cuando entran la capirucha.
Mientras Ricardo nos dejó el tal Trans como recuerdo, Tito Asfura se dedica a construir túneles y puentes a desnivel que alivian el congestionamiento y le dan un toque de modernidad a Tegucigalpa.
Y eso que a Tito le quedan cinco años más, porque es fijo que el pueblo capitalino lo reeligirá por otro periodo más.
Algunas diferencias entre Papi y Ricardo:
Ricardo: gastaba millones mensualmente en publicidad.
Tito: no gasta un centavo en publicidad ni en pago de periodistas.
Ricardo: llamaba a los medios de comunicación hasta para poner un pinche techo.
Tito: le gusta perfil bajo, no le gusta exponerse mediáticamente.
Ricardo: endeudó a la ciudad sacando préstamos.
Tito: todas las obras las ha realizado con fondos municipales, es decir, con los impuestos que pagamos.
Ricardo: inauguró (ja, ja, ja, es para morirse de la risa), el Trans, a pesar de que no estaba concluido.
Tito: resolverá el relajo que dejó Ricardo con el Trans y lo inaugurará en 2017.
Y desde ya, Tito anuncia que para el próximo año la inversión en obras andará en mil 400 millones de lempiras. ¿Nada mal, va?
FOTO: Ricardo dejó un caos de Padre y Señor mío con el Trans.
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FOTO: El túnel del Juan Pablo II es la más reciente obra inaugurada por Tito.