Calladito, calladito. Reinalado Clavasquín logró lo que pocos pensaron que era posible: llevar a Platense a la gran final del Clausura.
Lo que no lograron Real España, Marathón y Olimpia, lo consiguió el Tiburón a pura humildad, esfuerzo y trabajo. Ahora está a noventa minutos de levantar la copa… siempre y cuando le gane al Motagua.
“Vamos cuesta arriba, llegamos con un marcados adverso, pero buscaremos el gol para emparejar las cosas. Estamos en nuestra casa”, dice.
Y eso es un gran punto a favor de Platense, pues el Excélsior es temido en este pequeño pero bravo estadio.
“Se decía que Platense perdía por cuatro o por tres en Tegucigalpa y perdimos por la mínima. Salimos con la fe de que hay un juego más y que aquí en casa podemos lograrlo”, dijo.
El 1-0 es alcanzable y en los 90 minutos puede pasar cualquier cosa -agregó.
Sin embargo, Clavas sabe que Platense no se puede dejar llevar por la emoción ni la pasión y que debe jugar con calma, porque un descuido sería fatal.
“No podemos desbordarnos… No podemos desbordarnos”, repite, con la esperanza que ese mensaje cale profundo en sus jugadores y en toda la hinchada porteña.