Molly Blair, parece una modelo común, aunque de cerca tiene cara de niña, orejas grandes, estatura de un jugador de baloncesto y una figura un tanto desencajada.
Sin embargo, es la modelo de marcas como Chanel, Dior, Valli y Loewe eligen para lucir sus prendas en la Semana de la Moda de París.
Debido a su peculiar físico, en sus 17 años de vida ha tenido que lidiar con una larga lista de calificativos desagradables, como: alienígena, rata, duende, demonio.
Un dato curioso es que Molly nunca había tenido la percepción de que su cuerpo fuera tan peculiar., ni tampoco tenia algún interés por la moda. Solamente acudía a clases dentro de su instituto, jugaba tenis y era, como ella misma se describe, “una uniceja con gafas y camiseta”.
Molly describe este mundo como una gran comunidad de personas que siempre se han sentido raras por ser altas y delgadas, en la que ha conocido de golpe a personas similares a ella; algo que resulta extraño porque nunca había logrado hacer amigas con tanta facilidad.
Definitivamente su diferencia radica en esa belleza exótica que pareciera venir de otro planeta o pertenecer a otra especie.