Durante años nos hemos acostumbrado al irrespeto de los medio de comunicación en la cobertura de la llamada nota roja o de sucesos.
En ese aspecto, HCH se ha destacado sobre los demás al transmitir la muerte en todo su crudeza, sobrepasando los límites de la ética.
La política de Eduardo Maldonado es transmitir todo, sin censura, sin remordimientos, sin importar el dolor de los familiares de las víctimas.
Ayer, en la cobertura del asesinato de Igor Padilla, uno de sus periodistas en San Pedro Sula, pasaron las imágenes de él en la paila, luego de ser baleado, segundos antes de morir.
Era una nota de sangre, y en eso no hay excepciones.
Minutos más tarde, el staff de periodistas de HCH, lloraba en vivo la muerte del amigo.
Ojalá que esta terrible experiencia nos lleve a todos a reflexionar en que sí se puede hacer cobertura con respeto (como lo hace diario La Prensa, que dejó de publicar imágenes de acribillados).
Porque aquí todos somos culpables: desde el que transmite las imágenes hasta el que las ve, sin importar que haya niños alrededor, ya sea en el desayuno, en el almuerzo y en la cena.