La hora pactada para el inicio del juicio de Kevin era a las cuatro de la tarde en punto, familiares, medios de comunicación, abogados y hasta estudiantes de Derecho se encontraban en la sala segunda de sentencia de la Corte Suprema de Justicia desde casi dos horas antes.
Los familiares de Kevin llegaron a las 3, lucían muy confiados de que todo saldría favorable para él.
A medida se llegaba las 4 de la tarde, el pasillo próximo a la sala se comenzaba a llenar de todo tipo de personas, poco a poco se comenzó a llenar y a conglomerar de gente, al punto que era imposible moverse.
El jefe de seguridad intentó mantener el orden, a todos se les puso en una fila para que pudieran entrar civilizadamente.
Luego se dio la noticia que la sesión se pasaba a las 6. A seguir aguantando ese pequeño infierno, de personas empujando, golpeando a otras, ni la familia de Kevin se salvó del zafarrancho, pues muchos no los dejaban pasar.
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Por esas casi dos horas que duró la espera del inicio de sesión, el respeto se fue al carajo, todos velaron por sí mismos, a muchos les importó un pepino si le montan la cámara a una anciana o no, valía “madre” si llegó temprano o tarde, lo importante era captar “la primicia” del juicio de Kevin.
¿Recuerdan que se formó una fila?
Pues como buenos hondureños que somos nos la pasamos… ¡por allá! A las 7 de la noche se abrieron las puertas de la sala y la familia de Kevin apenas podía moverse para pasar, la Policía tuvo que intervenir para darle paso a la madre y hermanos.
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Esa suerte no la tuvo la abuelita de Kevin, quien tuvo que soportar que la empujaran y sofocaran para poder llegar hasta la puerta para poder ver a su nieto.
Después de que la familia de Kevin viviera por dos horas un infierno sofocante, a esta le esperaba lo peor de la noche al oír las palabras “Declarar al joven Kevin Solórzano culpable…”
Así fue todo el zafarrancho a las afueras de la sala:
Fotos: Sergio Montero