Doña Maria es una abuelita que pasa sus días en la entrada del negocio de don Mario, el que vende los mejores tacos del Obelisco.
Mientras hacíamos nuestro recorrido semanal por la capital y pasamos por el legendario obelisco, la luz roja del semáforo nos detuvo y la pudimos apreciar a lo lejos, descalza y pidiendo dinero.
Nos detuvimos a platicar con ella, muy alegre agradeció que le sacáramos plática.
Doña Maria tiene 72 años, es originaria de la zona oriental del país, de allí por las colinas de Danlí, pero ha vivido prácticamente toda su vida en Tegucigalpa, según nos dijo.
Vive con una hermana en las afueras de la ciudad.
Pasa sus días sentada en la entrada del negocio, viendo a los carros y las personas pasar, estirando la mano a la espera que una mano solidaria le regale un lempira. Poco para muchos, pero bastante para ella.
Pasa descalza porque solo tiene un par de zapatos y no los quiere gastar.
Enviudó hace muchos años, pero nunca más volvió a casarse, no quiso, le preguntamos “¿Por qué?” y respondió: “Ay no mijo, mucha cosa, estoy bien así”.
Tuvo un solo hijo, ella dice que “Se fue después del Mitch para China a trabajar, allá está mi muchacho”.
Doña María ha tenido una vida difícil, se “la robaron” en su juventud y su esposo se la trajo para la ciudad, aquí le tocaba trabajar en todo, hasta que un día él murió y ella no volvió a hacer la misma.
Hace muchos años ella decidió empezar a pedir dinero en los alrededores del Obelisco en Comayagüela, varias personas la han querido llevar consigo a sus hogares para que doña María no se exponga a las calles, pero al final siempre se escapa y regresa a la calle.
“Varias personas que me conocen me han llevado a sus casas, unas personas buenas, otras no tanto porque solo me ponían a asear las casas pero solo me daban 5 lempiras, entonces mejor se los regreso y ve voy”, comenta entre una extraña combinación de risa, picardía pero a su vez tristeza.
Doña María extrañamente disfruta del bullicio de Comayagüela, de su gente, el ambiente ya es parte de ella, viceversa.
Ella siempre está dispuesta a platicar con quien desee hacerle compañía por algunos minutos, los dos sentados en esa acera frente al Obelisco, viendo los carros pasar, platicando de la vida y de los mejores momentos de doña María.
Foto: Doña María nos platicó la difícil vida que le tocó tener.
Foto: Estos son los zapatos que doña María tiene.
Foto: Es una persona con un gran espíritu, pero ciertas miradas no pueden esconder su cansancio.