Rueda, Suárez, Pinto… A ritmo de vallenatos, Honduras clasificó a dos Mundiales seguidos después de veintiocho larguísimos años de espera.
Si hicimos malos papeles en Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, eso ya es otro cuento.
Los colombianos introdujeron un método más organizado de trabajo, nuevas formas de entrenamiento, mano dura y ética de trabajo.
A pesar de su carácter apacible, por ejemplo, Reinaldo Rueda no toleró indisciplinas y puso en cintura a jugadores como Rambo de León.
Jorge Luis Pinto también ha aplicado mano de hierro. Su régimen provocó que referentes como Noel Valladares y Carlo Costly mejor dieran la vuelta y le dijeran NO a la H.
Para mala suerte de Pinto, a quien muchos consideran el mejor de lo tres, se encontró con la mejor generación de futbolistas en muchos años.
Amado Guevara está, pero como asistente técnico. Carlos Pavón, Rambo de León, Dani Turcios, David Suazo, Víctor Bernárdez, y los mismísimos Noel y Costly, ya no están, y los que llegaron por ellos no están a la altura.
¿Le ayudó la escuela colombiana, con su buen trato de balón, al fútbol hondureño, menos técnico, más fuerte, quizás un poco más vertical?
Y más aún: si la H queda en el camino a Rusia 2018, debe la Federación de Fútbol ponerle fin a la era colombiana y buscar otra escuela o, por qué no, buscar en su propia casa a alguien que entienda la idiosincrasia del futbolista hondureño?
Foto: Conmebol