Por RAMÓN LÓPEZ P.
En junio de 2009, cuando el presidente CONSTITUCIONAL de Honduras, Manuel Zelaya, fue sacado a balazos del poder y enviado en pijama a Costa Rica, los líderes de las iglesias Católica y Evangélica, hicieron un silencio cómplice con los golpistas.
Entre ellos estaban Óscar Andrés Rodríguez, Evelio Reyes y Alberto Solórzano.
Unos años más tarde, cuando la Corte Suprema de Justicia le dio de manera ilegal luz verde a la reelección. otra vez los líderes de las iglesia Católica y Evangélica se llamaron al silencio.
No dijeron ni pío.
Pero hoy, que dos homosexuales se declaran su amor en un centro comercial sampedrano, y anuncian su boda, el pastor Alberto Solórzano, de repente, se acuerda que las leyes existen y recurre a ellas para pegar el grito en el cielo.
“Las leyes no avalan los matrimonios entre personas del mismo sexo, así que si se casan el mismo quedaría sin validez”, dijo el pastor.
Y tiene razón: no hay ninguna ley que avale el matrimonio gay.
Como tampoco había una ley que avalara el golpe militar que le dieron a Mel.
Como tampoco había una ley que justificara la reelección; todo lo contrario: la misma Constitución la prohibía.
El punto aquí no es si estás de acuerdo o no con las bodas entre homosexuales o lesbianas. El punto es que muchos piden que se aplique la ley cuando les conviene, o voltean a ver hacia otro lado cuando no les conviene.
No se puede quedar bien con Dios y con el Diablo.
FOTO: Pastor Alberto Solórzano de la Confraternidad Evangélica.