Por KENNY CASTILLO/kennycastillo.com
Horas antes que Brasil le ganara a Alemania la Copa Mundo en 2002, aparece un joven Ronaldinho con sólo 21 años amenizando samba dentro del bus que los llevaba al estadio.
La samba es un género musical afro brasilero muy contagioso. Dinho adora la música de este estilo y de ahí suponemos que hubiera sido maravilloso presentarle al Ballet Folclórico Garífuna de Honduras, el mejor espectáculo cultural artístico del país.
Una comparsa fuerte de las que hace el maestro Crisanto Meléndez, las pomposas vestimentas de las bailarinas, hubieran movido a Ronaldinho, acostumbrado también a los timbales y a los ritmos agresivos de tambor.
Hubiera sido una formidable experiencia, hacerle sentir el poder místico del tambor garífuna, el llamado del caracol y hasta hubiera aprendido sus pasitos de punta-bangidi.
Ronaldinho hubiera conocido el wanaragua y obtenido una grandiosa aventura cargada de energía, de color y de mucha sazón.
Me cuentan que en una de esas, le pusieron una música punta (a lo mejor Catalina la coja o Pelame la yuca mami). Ya imagino las explicaciones que recibió, sí es que se las dieron.
La cultura: música, danza y lengua garífuna es obra maestra del patrimonio inmaterial de la humanidad, nombrada así por la UNESCO. Esto sí que hubiera sido un gran alimento para el músico-futbolista Ronaldinho.
La Biografía de un gran crack te hará emocionar.
Pero no se les ocurrió a los organizadores, como siempre la perspectiva garífuna ignorada de la agenda.