Apenas en 2011, la tasa de homicidios en Honduras era de 86,5 por cada cien mil habitantes. Eso nos llevó a ser considerados como el país más violento del mundo.
(Aunque hay que decir que no se toman en cuenta aquellos países en situación de guerra como México, Irak, Afghanistán, Siria y otro relajo de países del Medio Oriente. Pero bueno, esa es harina de otro costal).
Según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), el presente año podría cerrar con una tasa de entre 45 y 50 muertes por cada 100 mil habitantes.
“La tendencia de homicidios va a la baja”, dijo JOH sumamente entusiasmado. “Las cifras son sumamente positivas. De mantenerse estos números, a diciembre podríamos tener una tasa de entre 45 y 50 muertes por cada 100 mil habitantes”.
Y agregó que “Hemos avanzado por el camino bueno; falta mucho, claro que falta mucho, pero también quiero que los hondureños nunca olviden que, si no hubiéramos detenido esa alza en los índices de violencia, hoy estaríamos cerrando en 131 muertes por cada 100 mil lo que significaría solo en el año 2017 aproximadamente 1,000 personas perdiendo la vida”.
Para JOH, además de darle leña a los mafiosos, es importante entender que trabajar con los niños, con los adolescentes, con los jóvenes, con las familias en barrios y colonias es crucial para poder tener un nivel de convivencia que “nos genere ciudadanos de bien”.
“Por eso estamos invirtiendo en parques a lo largo y ancho de Honduras; por eso se ven recreovías, donde los niños salen con su compañerito, con sus vecinos, con sus padres a divertirse”, destacó.
JOH también destacó que la reducción de la violencia y los homicidios, particularmente este año, tiene que ver con el traslado de privados de libertad, principalmente desde San Pedro Sula, hacia las cárceles de máxima seguridad de El Pozo 1 y El Pozo 2, ubicados en Ilama (Santa Bárbara) y Morocelí (El Paraíso).
“Esto ha provocado un cambio dramático”, aseguró.