Ingenioso invento que provee de agua potable (sin electricidad) a miles de hondureños

Tomado de la BBC

“Antes de tener la planta de tratamiento la gente tenía sólo agua de río y se la tomaba tal cual. Había muchas enfermedades,ahora usan agua potable de la propia llave”.

Así lo cuenta Ramón Ribera quien preside la junta de agua de su comunidad, Támara, situada 25 km al norte de la capital hondureña, Tegucigalpa, quien cuenta con una planta de agua que beneficia a casi 6.500 habitantes sin necesidad de usar electricidad.

La de Támara es una de las plantas de tratamiento construidas en Honduras por AguaClara , un proyecto que ha permitido, sin necesidad de electricidad, proveer agua potable a más de 60.000 personas en el país centroamericano. Y la iniciativa se está expandiendo a Nicaragua e India.

La técnica usada en AguaClara fue creada por Monroe Weber-Shirk , un ingeniero estadounidense cuya vida fue marcada por su experiencia en Centroamérica durante la guerra en El Salvador.

Ingeniero Monroe Weber-Shirk trabaja en una planta junto a un joven integrante de la comunidad

Foto: Ingeniero Monroe Weber-Shirk trabaja en una planta junto a un joven integrante de la comunidad

“Eliminé la necesidad de electricidad”

“Experimenté la necesidad de agua potable cuando trabajé en campamentos para refugiados salvadoreños en 1982 y 1983”, relató Weber-Shirk  fundador del proyecto AguaClara, a BBC Mundo.

Él dirige ” AguaClara Labs “, un laboratorio en el que participan cada semestre estudiantes que viajan a Honduras y trabajan en el terreno con socios locales.

“Decidí desarrollar un nuevo enfoque para el problema del tratamiento del agua. Eliminé los componentes móviles y la necesidad de electricidad, con una tecnología que es de código abierto y no tiene patentes “, explicó el ingeniero.

Comunidades rurales

El proyecto ya construyó 14 plantas en territorio hondureño , la mayoría en comunidades como Támara, con menos de 15.000 habitantes.

“Una planta está ahora en construcción en la Universidad Zamorano de Honduras y la primera planta en Nicaragua comenzó a construirse el 1 de agosto”, señaló Weber-Shirk.

“Tenemos diseños diferentes con flujos que varían entre uno y 100 litros por segundo. Para que tengan una idea, una planta de 100 litros por segundo puede servir a una comunidad de alrededor de 30.000 personas”.

El laboratorio trabaja en forma conjunta con los ingenieros y técnicos de una organización hondureña, Agua Para el Pueblo ( APP ) , que construye las plantas y capacita a las comunidades para operarlas.

“Posteriormente a la construcción la planta se transfiere a las comunidadeo municipalidades”, explicó a BBC Mundo Jacobo Núñez , director de APP.

Estudiantes de Cornell en Honduras

Foto: Las plantas ya han permitido proveer de agua potable a más de 60.000 personas en Honduras (BBC)

“Lodo en las pilas”

Pero es la propia comunidad quien vela celosamente por la calidad de su agua.

“Los pobladores, principalmente las mujeres, al notar sedimentos de lodo en las pilas se quejan a los directivos de la juntas de agua para exigir que el agua llegue a las casas lo más limpia posible”, señaló Núñez.

” Y amenazan que de continuar la presencia de sedimentos, se negarán a pagar la tarifa “. En el caso de Támara, la tarifa mensual es de 100 lempiras o 4 dólares.

Planta de tratamiento de agua en Honduras

Foto: La planta funciona por gravedad. Un químico coagulante funciona como pegamento uniendo partículas pequeñas en el agua para que se formen otras más grandes, que se llaman flóculos y que luego son enviadas a un tanque de sedimentación.

Sólo funciona por gravedad

La turbidez del agua, con sedimentos o residuos de heces, impide que las formas simples de desinfección de agua con cloro sean efectivas, explicó Núñez.

Las plantas de AguaClara solucionan el problema de la turbidez sin usar electricidad, sino gravedad , para purificar el agua.

“Para eliminar la turbidez utilizamos un químico coagulante que funciona como pegamento uniendo partículas pequeñas en el agua para que se formen partículas más grandes que se llaman flóculos “, señaló Núñez.

AGUACLARA

Foto: “Los estudiantes deben tener conciencia de que su trabajo cuenta, no sólo por un tema de motivación, sino para que sepan que también pueden cambiar el mundo”

El agua es luego enviada a un tanque de sedimentación donde los flóculos se sedimentan en el fondo por gravedad.

El agua limpia de la parte superior se canaliza entonces a un filtro de arena de múltiples capas, donde las partículas que escaparon en el tanque de sedimentación son capturadas, señaló Weber-Shirk.

Finalmente se agrega cloro al agua para eliminar los patógenos que no pudieron ser atrapados en el proceso de floculación, sedimentación y filtración.

El agua es enviada luego a los tanques de almacenamiento de la comunidad.

“Y cada residente tiene agua potable con solo abrir la llave”, señaló Weber-Shirk.

Para Ramón Ribera, la tecnología sin electricidad permite que “cualquier persona con bajo estudio pueda ser capacitada para operar las plantas”.

Estudiante, junto a un ingeniero local. AGUACLARA

Voluntario

Cada semestre cerca de 65 estudiantes de la universidad de Cornell se integran al proyecto. “Vienen de campos diferentes dentro de la ingeniería y de otras áreas como administración de negocios y comunicaciones”, explicó Weber-Shirk.

“Les damos problemas de investigación para desarrollar nuevo conocimiento que nos permita crear diseños mejores para las plantas”, señaló el profesor de Cornell.

Para Mottle, “los estudiantes que trabajan en AguaClara y viajan a Honduras también aprenden que la empatía y la compasión pueden ser esenciales para resolver los problemas del mundo real con la ingeniería”.

Estudiantes de Cornell en Honduras
Foto: “Los estudiantes que viajan a Honduras también aprenden que la empatía y la compasión pueden ser esenciales para resolver los problemas del mundo real con la ingeniería”, dijo la estudiante Natalie Mottle.

“Creo que lo más importante que aprendí con el proyecto AguaClara es que nuestro trabajo en el laboratorio afecta directamente la vida de otras personas necesitadas”, dice Erica Marroquin, otra de las estudiantes de ingeniería que viajó a Honduras.

“Los estudiantes deben tener conciencia de que su trabajo cuenta, no sólo por un tema de motivación, sino para que sepan que también pueden cambiar el mundo”.