Aunque fue uno de los fichajes bombas del Inter de Milán, David Suazo no pudo triunfar en ese equipo en gran parte porque la argolla de los argentino no se lo permitió.
A leguas se notaba el egoísmo de Crespo y del jardinero Cruz, delanteros que contaban con el apoyo de los demás argentinos, entre quienes se encontraban Cambiasso y Solari.
Zlatan Ibrahimovic, quien compartió con David en esa temporada, cuenta en su biografía cómo era el ambiente en el equipo.
“El verdadero problema eran las camarillas -argollas como decimos en Honduras-. Aquello me molestó desde el primer día, no sólo porque yo provenía de Rosengard, donde, a pesar de la mezcolanza: turcos, somalíes, yugoslavos y árabes, todos nos llevábamos bien”, cuenta el sueco.
“En el Inter de Milán era todo lo contrario. Los brasileños estaban en un rincón; los argentinos, en otro; y el resto, en el medio. Me parecía algo muy superficial, sin sentido”, continúa relatando.
“Allí -la amistad-, era según la nacionalidad. Era muy primitivo. Jugaban al fútbol juntos, pero, aparte de eso, vivían en mundos distintos, y aquello me parecía loco”.
Fui a ver a los compañeros y les dije: “¿Qué son todas esas tonterías? ¿Por qué se sientan en grupitos como si estuvieran en el colegio?”. Muchos lo entendieron y otros se avergonzaron, pero no pasó nada -recuerda en SOY ZLATAN IBRAHIMOVIC, mi historia contada a David Lagercrantz.
A pesar de eso, David anotó ocho goles en su primera temporada con el Inter y fue campeón de Serie A.