La Ronda, la nueva obra del Teatro Memorias, es mucho más que escenas sexuales. Aunque tiene escenas “fuertes” en comparación a los montajes clásicos, reivindica al arte en Honduras.
Mientras la veía ayer con mi novia, no podía dejar de pensar cómo en un lugar tan pequeño, ubicado en el Centro de Tegucigalpa, Tito Ochoa y un elenco de artistas brillantes, se puede crear una obra que podría ser exhibida en cualquier parte del mundo con orgullo.
Porque los directores -el maestro Ochoa, Inma López y José Luis Recinos-, han hecho una recreación MAGISTRAL de la obra del dramaturgo austriaco Arthur Schnitzler cuya pronunciación me hace creer que es primo de Arnold Schwarzenegger.
FOTO: Gyanendra Portillo y Óscar Quiroz se ganan el corazón del público con sus actuaciones.
En La Ronda, para escándalo de algunos puritanos, mojigatos y santulones que aún quedan por allí, uno escucha palabras como cuca -órgano reproductor femenino, según esos moralistas-, ve a actores en calzoncillos que meten su cara en las tetas de actrices, besos con lengua, sexo en varias posiciones (no sólo el misionero) en las que “se la arriman”, adulterio, violaciones, cinismo…
(Por cierto, y antes de que se me olvide: el título de este artículo está hecho con el único propósito de llamar la atención. La Ronda es una obra que recomiendo, pues es uno de las mejores puestas en escenas de los últimos años en el país).
El amor y el sexo, la inocencia y la bestialidad, los valores y la inmoralidad, la decencia y el cinismo, caminan mano a mano sobre el escenario con personajes como El Ministro de Cultura, un viejo ignorante que conoce más de burdeles que de teatros; la arrogancia del Señorito, la brutalidad del Soldado, la angelical María, quien hace reventar a carcajadas la sala cuando monta salvajemente a su acosador, el Pastor (la crítica a las iglesias Católica y Evangélica es de cien puntos), la Prostituta…
Hora y media bastan para retratar la doble moral de la sociedad hondureña, tan falsa e hipócrita, que se persigna y se da en el pecho “Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa”, pero que morbosea, acosa y consume la bestialidad, en la oficina, en la casa -víctimas número uno son la empleadas domésticas-, en la calle, en el bar…
No hay mucho qué decir de Óscar Quiroz, Jean Navarro, José Luis Recinos, Inma López, Marey Álvarez, Gabriel Ochoa y Mariela Zavala, que ya nos tienen acostumbrados a actuaciones de primerísimo nivel.
Una agradable sorpresa es Gyanendra Portillo, una joven actriz que te hace reír y un segundo después te conmueve el alma.
No la había visto en escena, pero ayer conquistó al público.
Hoy es un excelente día para ir a la tanda de las 7 pm o mañana a las 4 pm y 9 pm. ¡Vale la pena!
Gracias, amigos de MEMORIAS, por otra noche inolvidable.
fotos de: CLARISSA DONAIRE