Esposa de Guillermo Anderson: “Es difícil acostumbrarme a vivir sin él”

Sólo un hombre profundamente enamorado puede escribir bellos versos como los del Pobre Marinero, Llevarte al mar, Pensando en vos, En cada latido…

En el caso de Guillermo Anderson -que hoy cumple dos años de fallecido-, su inspiración fue una maestra de matemáticas, ceibeña, seguidora del Victoria, que poco a poco se acostumbró a los despiste de su Guingue (Guillermo en garífuna).

Se llama Lastenia Godoy, a quien Guillermo se refiere en su canción Náufrago (una de sus composiciones más bellas), como “Ojos color de infinito, de mar que se extienden, brillo de estrellas lejanas que el alma me encienden.

Y: “El amor más bello y cierto lo encontré en mi propio puerto… ¡En La Ceiba!”. Y con el calorcito de La Ceiba, La Ceiba de Guillermo, se realizó esta entrevista con una mujer que, en medio del dolor, recibió el cariño de millones de hondureños.

¿Cómo han sido estos dos años sin la presencia física de Guillermo?

Difíciles, difícil acostumbrarme a vivir sin él, difícil aceptar que la vida sigue, pero consuelan los bellos recuerdos, el amor de nuestras hijas, el apoyo de la familia, el cariño de sus amigos, de mis amigos

¿Qué es lo que más extraña de él?

Sus abrazos interminables.

¿Cómo se llamaban cariñosamente entre ustedes?

Yo le decía Guingue, que quiere decir Guillermo en garífuna; él me decía “amor de mi vida”.

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Espiritualmente, ¿en qué lugares encuentra la presencia de Guillermo, o cuáles son los lugares que más le recuerdan a él?

Todo me lo recuerda, pero especialmente el mar, el río, la montaña.

¿Cómo describiría a Guillermo como ser humano?

Un ser muy especial, pensador profundo, de una sensibilidad increíble, honesto y transparente.

¿Cuáles eran sus mayores virtudes?

Para mí, su capacidad de amar y su saber dejarse querer y por supuesto, su inagotable creatividad artística.

¿Cuál era el defecto que nunca le conocimos?

Su continua manía de perder las cosas, las llaves, el celular, la billetera, un zapato, bueno hasta su guitarra en un par de ocasiones.

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¿Cómo se conocieron?

Su hermana Jill y yo éramos amigas muy cercanas desde antes que Guillermo regresara de la universidad. Yo era visita frecuente en su casa y de repente llegó él.

¿Le costó conquistarla?

Creo que conquistarme no; a los dos nos costó un poco aceptar que no podíamos estar el uno sin el otro.

Usted es de familia seguidora del Victoria, y Guillermo era Vida. ¿Es así? ¿Vivieron alguna anécdota por “rivalidad” de colores?

Creo que yo era mucho más Victoria, que Guillermo Vida, y mi familia mucho más Victoria que la suya Vida.  Terminó confesándole a un amigo que se daba cuenta que de tanto convivir con los Godoy, se había hecho Victoria sin querer.

¿Qué cosas molestaban a Guillermo al punto de hacerlo enojar?

Decía él que las cosas prosaicas los sacaban de sus casillas, que se le acabara la tinta a la pluma cuando estaba escribiendo, que sonara el teléfono cuando estaba concentrado, que se le reventara una cuerda de la guitarra cuando estaba componiendo o que yo lo dejara con la palabra en la boca porque una niña quería un vaso de agua.

¿En casa era divertido o apartado y en su mundo?

Ambas cosas. La mayor parte del tiempo era divertidísimo, le encantaba ver comediantes, se inventaba chistes para las niñas usando juegos de palabras, nos hacia reír a todos con su repertorio de anécdotas de viaje con los músicos, y él se reía a carcajadas de sus propios chistes, de sus propios cuentos. Pero a la hora de componer se ensimismaba, buscaba silencio, necesitaba soledad y en la casa todos lo sabíamos.

¿Cómo era una mañana normal para él? ¿Qué hacía, qué comía?

Aunque no le gustaba madrugar, se levantaba temprano para acompañarnos a desayunar y abrirnos el portón, luego se sentaba en el patio de enfrente a saborear una taza de café, que él mismo preparaba, viendo al estero mientras tomaba fuerza para hacer los mandados del día.

¿Qué comía? De todo, él mismo se declaraba un comelón, pero le encantaban los mariscos, un pescado frito o una buena sopa de caracol.

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¿Cómo era la relación de Guillermo con sus tres hijas?

Sus hijas fueron los más maravilloso que le pasó en su vida, literalmente hablando, se maravillaba de esas vidas que habían brotado de la suya y de la mía, de descubrir en ellas rasgos tan suyos o tan míos y a la vez se deleitaba en verlas tan independientes y tan creativas.

¿Cómo lo define como padre?

Creo que aunque se les fue demasiado pronto, los años que compartió con sus hijas fueron intensos, cada una de ellas tuvo una relación muy cercana con su papá, de mucha ternura, de mucho motivarlas a ser mujeres fuertes, independientes, de enseñarles con su manera de tratarlas, con el tiempo que les dedicaba, que eran los más valioso en su vida y con su ejemplo que hay que atreverse a cumplir sus sueños. Estoy segura que él siempre será una inspiración para ellas.

¿Era regañón?

No para nada, aunque a veces lo intentaba, su estilo era más de razonar con ellas.

Si le tocara escoger sus tres canciones favoritas de Guillermo, ¿cuáles serían?

Que difícil, pero si me viera obligada diría Esa Mujer me Conoce, (canción que sólo yo he escuchado); Llanto,Risa y Paz; Te Soñaba; Llegó; La Fuerza que Tenés… ¿Cuántas eran? ¡Sólo tres, imposible!

¿Hay algún personaje en especial de las canciones de Guillermo por las que usted siente un cariño especial?

El protagonista de su canción Navegando, porque ese es él, es un autorretrato.

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¿Y las canciones favoritas de Guillermo, las propias, de las que él escribió?

Otra pregunta difícil. Sé que En mi País siempre significó algo muy especial para él, le gustaba mucho cantar Costa y Calor y estaba muy orgulloso del trabajo de Ese Mortal Llamado Morazán.

¿Cómo era el proceso de escribir una canción?

Sentado frente a una mesa, preferiblemte en el patio de atrás, cuaderno abierto, pluma en mano y abrazando la guitarra. Él decía que partía primero de la palabra, yo creo que verso y melodía iban surgiendo juntas.

¿Cuál era el libro favorito de Guillermo?

Imposible de nombrar uno, para cualquier amante de la lectura es casi imposible tener un solo libro favorito.  Guillermo estudió literatura y eran un lector ávido, le encantaban los libros sobre la historia del Caribe, coleccionaba libros de poesía, disfrutaba la novela negra, sus grandes maestros fueron los escritores del boom latinoamericano, conocía profundamente al Quijote, adonde quiera que viajara volvía con libros, libros para él, libros para mí, libros para sus hijas.

¿Cuál es el mayor tesoro que usted guarde de él?

Son tres: Emilia, Rocío y Marianela

¿Qué significaba Honduras para él?

Creo que la canción En mi País nos lo deja claro y si se quiere más explicación hay otra de sus composiciones poco conocidas en la que dice: “Mi país lleva por nombre tierra de la duce espera”

¿Qué significa La Ceiba para Guillermo?

Yo siempre digo que La Ceiba no fue sólo la ciudad en la que nació, La Ceiba fue la ciudad en la que Guillermo escogió vivir, adonde siempre quería volver.

¿Su bebida favorita era el café?

Sin lugar a duda, lo compraba en grano, el mejor del país, tenía su propio molinillo y 3 diferentes aparatos para hacer café. Pero sus amigos saben que también le encantaba una buena horchata.

¿Tres amigos entrañables de Guillermo?

Demasiados amigos entrañables en la vida de Guillermo para tratar de nombrar sólo tres.

¿Guillermo creía en Dios?

Sí, un Dios al que a veces le era difícil entender y con el que tenía la suficiente confianza para reclamarle por tanto dolor en el mundo, un Dios al que veía en la naturaleza y en su creación.

¿Cómo fue el momento en que le diagnostican cáncer?

Fue un momento de shock, no nos lo esperábamos, pero su reacción fue: “Mientras me digan que hay una batalla que pelear, la pelearemos”.

¿Cómo fueron esos días para Guillermo luchando contra la enfermedad?

Se mantuvo optimista, no perdió el sentido del humor, mientras pudo se mantuvo en contacto con los amigos por las redes sociales, se dedicó a escribir, terminó su cuento para niños Zompopito y sus Amigos. Fue un tiempo en el que pudo constatar el cariño de todo el país.

¿Y para usted cómo fue ese tiempo?

Un tiempo que me permitió admirar y amar aún más a ese ser humano del que me enamoré de jovencita, un tiempo en el que aprendí a recibir y dar gracias, pero un tiempo que desearía tanto que no hubiera tenido el desenlace que tuvo.

¿Tuvo fe o esperanza Guillermo en que se iba a salvar?

Sí, él y yo, además de las niñas, creímos hasta el final que se podía salvar. Él hacía planes de cosas que quería hacer, que quería que hiciéramos cuando saliéramos de estas.

¿Qué les decía él a usted y a las niñas?

Creo que “En medio de la lucha vale la alegría” fue nuestra filosofía de vida en esos días y lo sigue siendo.

¿Cómo cree que debemos los hondureños recordar a Guillermo?

Pues yo espero que los hondureños lo recuerden con cariño, que conozcan su música, que la escuchen, que la tengan en sus playlists, que la canten a todo pulmón, que la bailen, que la compartan, que se contagien de esa magia que genera su música que nos hace sentirnos orgullosos de ser lo que somos.

¿Cuánto le dolía la situación que vive Honduras?

A veces pienso que le dolía  tanto que Dios por eso se lo llevó tan pronto, para que no le dolieran más estos tiempos difíciles y de desesperanza.

¿Le ofrecieron alguna vez la candidatura de algún cargo político? Y si fue así, ¿por qué no aceptó?

Sí, en un par de ocasiones. No aceptó porque creía que su obligación como artista era poder mantener su sentido crítico de cualquier gobierno.