No se puede ser una madre perfecta…

“No hay manera de ser una madre perfecta, hay un millón de maneras de ser una buena madre”, -Jill Churchill

No hay duda de que las madres tenemos un rol importantísimo en la vida de nuestros hijos y nuestras familias. Nuestro trabajo y esfuerzo es invaluable, no tiene precio y realmente somos indispensables en nuestro círculo familiar.

Pero la realidad también es que las madres de hoy vivimos en un constante estrés, queremos ser la mamá “SUPERWOMAN” que puede con todo y está en control de todo, y al mismo tiempo queremos darles a nuestros hijos una niñez EXTRAORDINARIA llena de experiencias inolvidables.

A ellos queremos darles “LO MEJOR DE LO MEJOR”, y tendemos a sobreprotegerlos de todo lo que puede traer disgusto o molestia a su vida. Vivimos en un constante estrés, por ratos comparándonos y compitiendo incluso con otras madres, y esto al final crea más estrés interno.

Ser una buena madre NO significa ser perfectas ni tener hijos perfectos, gran parte es enseñarles que equivocarse también es parte de la vida, y hay que enfrentar las consecuencias de nuestras acciones, además de tener la valentía de aprender de nuestros errores y buscar ser la mejor versión posible de nosotros mismos es fundamental.

Si cultivamos hábitos y virtudes que nos ayudan alcanzar nuestras metas, que nos ayudan a tener una mejor relación con las personas que nos rodean, seguramente le transmitiremos tantas cosas buenas a nuestros hijos.

En este día tan especial solo quiero recordarte la IMPORTANCIA de tu lucha diaria por formar a hijos buenos, llenos de virtudes, de integridad y amor al prójimo. No es una tarea fácil ni sencilla. No lo hagas sola, recurre a la fe y sabiduría DIVINA, “todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. (Filipenses 4.13).

Enfócate en lo que es realmente importante, no en lo material ni en la opinión y la admiración de los demás. Recuerda que habrá días de victoria y días donde perderás la batalla, pero nunca te rindas y nunca olvides que nadie puede reemplazar el amor y el cariño de una madre.


Escrito por Helen Mudgett-Pagels.