Todos recordamos dónde y con quiénes estábamos hace 10 años

Foto del diario deportivo Diez.

Luego de tanto tiempo de búsqueda he dado con su nombre. Se trata de Eduardo Sacheri, un escritor argentino que en su obra “Esperándolo a Tito y otros cuentos de fútbol (2000)”, mencionó unas palabras que nunca se me olvidarán.

“Hay quienes sostienen que el fútbol no tiene nada que ver con la vida del hombre, con sus cosas más esenciales. Desconozco cuánto sabe esa gente de la vida. Pero de algo estoy seguro: no saben nada de fútbol”.

Aquel mensaje lo encontré en Internet hace años, y aunque desconocía por completo al autor, compartía cada palabra y cada signo de puntuación.

Y creo que pasa lo mismo con ustedes, aunque si con el tiempo han llegado a tener dudas, tranquilos, aquí recordaremos un momento demasiado especial en nuestras vidas.

Miércoles, 14 de octubre del 2009

Hoy se cumplen diez años de aquella noche inolvidable, cuando se cerraba la actividad de la Hexagonal Final rumbo al Mundial de Sudáfrica 2010.

Todos recordamos aquel momento, cada detalle, dónde estábamos, quién o quiénes nos acompañaban; solo es cuestión de cerrar nuestros ojos y viajar no en el tiempo, sino en nuestros sentimientos.

La angustia luego de que terminara el partido en San Salvador, donde los nuestros habían ganado 0-1, era incomparable, pues en Estados Unidos los costarricenses se estaban quedando con los tres puntos, y eso nos mandaba al repechaje.

Pero como dicen por ahí: “La esperanza es lo último que se pierde”, y todos nos cambiamos de canal, esperando un milagro, un gol gringo que cambiara la historia, que nos hiciera volver a una Copa del Mundo después de 1982.

Y sucedió…

Los 19 gritos de gol de Gonzalo Carías representaron la euforia nacional, celebrando aquella anotación de Jonathan Bornstein ante los ticos, misma que nos dio el pase al Mundial de Sudáfrica 2010.

¿Cómo olvidar ese instante? Ese momento en el que el corazón se nos detuvo por milésimas de segundo viendo como el balón tomaba vuelo en el tiro de esquina, y no digamos en el contacto de cabeza para luego besar la red.

Diez años después todo se recuerda como si hubiera sido ayer, tanto así que el norteamericano Bornstein sigue recibiendo mensajes de agradecimiento por aquella anotación.

Y es que esa noche es un reflejo de la vida; en ocasiones sientes que todo se fue de tus manos, pero mientras exista posibilidad, por mínima que sea, siempre habrá esperanza.