Cinco razones por las que a esta generación le cuesta amar más

Saben que nuestra generación corre el riesgo de ser considerada como la que renunció al amor, esto aunque se lea ridículo, pero es la realidad. Para empezar, la mayoría de nosotros nunca hemos entendido bien lo que es el amor, o nos hemos quedado con una interpretación pobre de lo que significa, y parece que cada vez más nos apartamos de las relaciones románticas.

El tema se puede ver desde diferentes puntos de vista. Podemos preguntarnos si seremos recordados como la primera generación en tener una perspectiva más lógica y racional acerca del amor, o de nuevo si haber renunciado a él quedará como nuestra marca negativa.

Bueno, para tener un panorama más claro comparto con ustedes las cinco razones por la que a esta generación le cuesta amar:

1- Nos preocupa más que nada obtener una gratificación instantánea.

Crecimos dentro de una cultura que nos permite un acceso instantáneo prácticamente a todo. Si queremos comida, podemos tenerla en nuestra puerta con sólo una llamada. Si estamos aburridos, tenemos ilimitadas distracciones en los celulares, y así sucede en muchas más actividades.

El problema de la ‘gratificación instantánea’ es que se convierte en adicción y después en un hábito que forma parte de nuestro vivir; el amor no se supone que se experimente en un instante, sino a lo largo de una vida.

2- Hemos construido una cultura impulsada por las drogas y el alcohol.

Esto va de la mano con la necesidad de obtener gratificación instantánea. Cuando nos sentimos tristes o infelices, salimos por una bebida. Cuando nos sentimos estresados o incapaces de manejar nuestra vida, recurrimos a diversas sustancias. Por supuesto, no todos beben alcohol o consumen drogas, pero es una característica de nuestra generación.

El problema es que las drogas y el alcohol a menudo terminan siendo el mayor enemigo del amor. Nos dan la ilusión de una realidad en la que nuestras emociones se expanden y el amor que experimentamos es engañosamente intenso.

3- Tenemos sexo con mucha gente.

Algunos menos que otros, pero la mayoría tiene múltiples compañeros sexuales cada año. La promiscuidad termina dejándote con una sensación de vacío. Al principio se siente como algo excitante y grato, pero termina haciéndonos sentir aún más solos, y hace que encontrar a alguien a quien amar se vuelva mucho más difícil.

4- Nos hemos vuelto más egocéntricos.

Somos egocéntricos porque todos creemos que nuestras necesidades y nosotros mismos somos primero. Si esto es bueno o malo realmente no importa, el problema surge cuando nos volvemos incapaces de sentir empatía.

5- No somos entusiastas del compromiso.

Queremos que las cosas se hagan a nuestra manera, y tiene lógica hasta que nos encontramos dentro de una relación. Entonces, somos una parte de un todo más grande; lo que queremos o necesitamos no es, para nada, más importante que lo que la relación necesita. Y eso que la relación necesita es, casi siempre, nuestro compromiso.


Sin duda alguna el tema genera mucho que hablar, pero son características generales que lamentablemente son reales, aunque es importante mencionar que no todo está perdido, pues sigue existiendo romanticismo; poco, pero sigue vivo.